De colección

Un departamento en el tranquilo barrio de San Isidro, en Lima, se transformo en el refugio perfecto para una gran coleccionista de arte. Junto al arquitecto Jordi Puig, armaron un espacio donde los cuadros y esculturas se lucen como en la mejor galería; un espacio blanco, moderno y muy ecléctico.

Hace 20 años, cuando la dueña de casa entró a este departamento en San Isidro por primera vez, se enamoró inmediatamente de la maravillosa vista al golf, que se proyecta casi como una extensión del espacio. Eso y la tranquilidad de los alrededores, perfectos para salir a caminar y cerca de todo, la hicieron elegir este departamento como su lugar.

Junto a su gran amigo, el reconocido arquitecto y decorador peruano, Jordi Puig, remodelaron el espacio para convertirlo en el lugar perfecto para la dueña de casa y su impresionante colección de arte. “Lo que buscábamos era darle un aire más actual, y hacer algo bastante ecléctico”, cuenta Puig. Uno de los cambios que generó mayor impacto fue el piso de madera, que pintaron completamente de blanco. “Me costó mucho convencer a la dueña de esto, pero era una decisión muy importante para el proyecto. Y es que con la cantidad de arte, lo que quería lograr es que se sintiera como estar en una galería”, recuerda el arquitecto.

Finalmente, la convenció, y el efecto se logró con creces. En este departamento, el arte llena las paredes y todas las esquinas, literalmente. Incluso en uno de los rincones del living, se puede ver una escultura del reconocido artista peruano José Carlos Martinat –presente en muchas de las colecciones latinoamericanas–, que es una réplica intervenida de lo que eran las butacas originales del auditorio del actual Museo de Arte de Lima. A su lado, una obra hecha con cuchillos por el artista uruguayo radicado en Chile, Pedro Tyler, que trabaja con objetos cotidianos sacados de contexto.

Para armar el departamento, Jordi Puig ocupó varios muebles que tenía la dueña de casa, además de algunas piezas que mandó a hacer especialmente para el espacio, como el comedor, el gran arrimo de ónix retroiluminado, y varios elementos que sirvieron para exhibir mejor los cuadros y esculturas.
Coleccionista de arte desde hace más de 30 años y personaje muy activo en la vida cultural de su país, tiene obras de reconocidos artistas peruanos y extranjeros, muchas compradas por ella y otras tantas heredadas de su familia, también amantes del arte. “Acá se mezclan varias épocas y se combina con gran armonía lo peruano precolombino y colonial con el arte contemporáneo. Es una casa con mucha historia y personalidad”, cuenta.

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