En medio de la campiña

“El Pla de Mallorca es el gran desconocido por los foráneos”, dice el dueño de esta casa ubicada en el centro de la isla española. Claro, porque los aplausos se los ha llevado siempre Palma, que además de tener una playa deliciosa posee una vida social y cultural demasiado atractiva. Sin ánimo de rivalizar, él, un “mallorquino de toda la vida”, asegura que cada lugar tiene su encanto, y en estas páginas queda claro por qué.

El espacio no es tema en esta casa ubicada en Pla, al centro de la isla de Mallorca. Aquí todo es amplio, abierto y bastante ordenado, incluso las plantaciones de árboles frutales, olivos, viñedos y cereales, como si hubiera sido todo hecho a propósito para no entorpecer las vistas a la llamada “Toscana mallorquina”. Sus dueños –que además tienen un gran cariño por Chile y sus ciudadanos– han vivido aquí siempre y pasan en Pla tanto como en Palma, la famosa ciudad de las celebrities y la realeza europea, que está a sólo 30 minutos. “El Pla de Mallorca es el gran desconocido por los turistas, no así para quienes vivimos aquí”, dice él. “Sus entornos amables y plácidos favorecen una vida muy tranquila”.

En el lugar existía una construcción bastante modesta, edificada en tiempo inmemorial; los dueños la remodelaron el 2011 hasta lograr lo que tienen hoy: un espacio hecho para el descanso en familia, pero con habitaciones suficientes para recibir a los amigos. Y si bien es grande, se siente acogedora y generosa gracias al trabajo de la dueña de casa, que se encargó de armarla junto a su amigo el interiorista Joan Servera. “El es una persona especialmente conocedora del interiorismo mallorquín y de un gusto exquisito”, cuenta ella. Servera trabajó principalmente con artesanos y fabricantes locales e incluyó en la decoración cerámica de La Roqueta, cristal de Casa Gordiola, vitrales de los años 20 y otras piezas propias de la zona. Optó además por colores cálidos, especialmente el beige y el verde, y por muebles estilo provenzal/mallorquín con guiños a diseños atemporales. “La intención ha sido que la casa tenga una atmósfera coherente, huyendo de incorporaciones carentes de sentido”, explica el dueño de casa.

El arte está presente en todos los espacios, incluido el jardín. Hay una preferencia por la pintura y la escultura abstracta –y así se puede ver en trabajos de artistas reconocidos como Miquel Barceló, Yannick y Ben Jakober, Joaquim Chancho, Rafa Forteza y Ramón Canet y los escultores JM Sirvent y Carles Valverde–, aunque también han incluido algunos elementos figurativos. Pero los dueños de casa saben que la decoración es un cuento de nunca acabar: “El proceso decorativo es vivo y si bien en nuestro caso está prácticamente concluido, siempre surgen nuevas ideas y proyectos.

Rodeados de almendros, viñedos y huertos, el tema agrícola anima el día a día de esta familia, que asegura que en su casa hay un lugar para cada momento: “La limpieza y depuración de cada área, junto al hecho de estar en la campiña mallorquina, hace que el espacio se conciba como lugares de transición sucesiva, de ahí que cualquiera de ellos puede ser favorito en atención al momento y razón de la oportunidad”.

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