Salvaje

Escapando de la rutina y del ruido de la ciudad, esta familia se instalo en el indómito Klein Karoo de Sudáfrica, donde combinaron un estilo moderno con la sensibilidad provenzal.

 

Los días de esta familia comienzan con el canto de los pájaros y el ruido de los insectos del valle de Klein Karoo, en Sudáfrica, a unas tres horas en auto desde Ciudad del Cabo. Es que Samantha y William Mellor se instalaron aquí junto a su hija de 3 años, Francesca, y un labrador color chocolate llamado Lacoste, porque encontraron en este llano un lugar perfecto para vivir: una combinación entre comodidad, independencia y contacto con la naturaleza.

Todo empezó cuando la pareja fue por primera vez a conocer la propiedad y quedaron maravillados con el entorno deshabitado que se extiende hasta donde alcanza la vista. “Era sólo un pedazo de tierra, pero lo miramos y pudimos ver su potencial”, cuenta Samantha. Comenzaron viajando los fines de semana, donde pasaban días y noches mejorando la infraestructura. Lo primero que solucionaron fue la conectividad, por ello instalaron paneles solares de una sola batería para poder tener wi-fi. Es que como fundador y CEO de la marca de medios 2oceansvibe.com, a William rara vez se le ofrece la oportunidad de desaparecer. “Existe la fantasía de estar desconectado, pero eso no es realista cuando tienes una hija y hay escorpiones en el área”, cuenta entre risas.

Para la estructura le pidieron ayuda al constructor local Stephen Butler y para las líneas generales de la casa se inspiraron en el look de campaña típico de las escapadas de safaris contemporáneos y en la campiña provenzal, particularmente en el pueblo de Luberon, lugar donde se casaron. William dice que el resultado es como estar en el sur de Francia. «Es curioso cómo lugares tan diferentes en realidad son bastante parecidos. Son nuestras dos áreas favoritas», explica.

El interiorismo estuvo a cargo de Samantha. Toda la casa tiene un estilo natural, con colecciones de maletas vintage, cuero, madera e imágenes de pájaros que se pueden ver en cuadros y esculturas. Ocuparon objetos comprados en subastas y conseguidos en bodegas familiares como libros, muebles de mimbre, calaveras de caza y una cabeza de gacela salmonada que montaron sobre la chimenea. “La inspiración llega de muchas formas”, dice Samantha, “pero la tierra y sus colores son la máxima influencia para que este interior se adaptara al paisaje semiárido de Karoo”.

En el baño instalaron una cubierta de acero galvanizado al aire libre, lo suficientemente cerca del borde para sentirse sumergido en el matorral de la zona, y lo suficientemente lejos del techo para tener una vista del cielo estrellado por la noche. “A veces ponemos la banda sonora de África mía, nos sentamos en el baño y vemos la puesta de sol”, cuenta ella. “Por la noche, las estrellas te sorprenden. Sé que suena como un cliché, pero no lo entiendes hasta que estás aquí. Es completamente silencioso… Te quedas aquí y sientes como que tus problemas se van disolvendo”.

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