La agenda de Milena Vodanovic - Revista ED

La agenda de Milena Vodanovic

Estuvo veinte años en la revista Paula, los últimos ocho como directora. Ahora acaba de dar un vuelco en su vida y está completamente dedicada a las otras cosas que le gustan: se reencontró con la cerámica, que había aprendido hace años; empezó a bordar, que era algo que siempre había querido hacer, y hasta se puso a dibujar. “Un día me atreví y me lancé”, cuenta. “Cuando chica me gustaba pintar, pero lo dejé atrás en la adolescencia. Después me parapeté en el intelecto y la cosa creativa quedó más abandonada”, cuenta. Pero lo que la tiene vuelta loca es la cerámica. Se compró un torno, arrendó un taller y pasa horas haciendo bizcochos, pintando y pensando en nuevas ideas. “Quiero desarrollar algo diferente, en eso estoy”.

  • Esta portada me la hicieron en la revista y me la regalaron para mi despedida. La foto me la hizo la Carola Vargas.

  • Esta representación de un Cuasimodo es de cerámica policromada de Talagante, que es una artesanía chilena que está casi en extinción. Cuando era chica unos amigos de mi papá tenían uno y siempre lo miraba… Este me lo regalaron para un cumpleaños.

  • No soy católica, pero me gusta mucho la Virgen de Guadalupe, incluso le hice una manda de por vida. La nana que me crió era devota de ella y yo creo que de ahí me viene la devoción: la asocio con ella y con mi abuela.

  • No puedo vivir sin el iPad. Nunca he tenido computador portátil, tengo una Blackberry y hace como tres años dije: “Parece que quiero un iPad”. Me cambió la existencia y ahora soy adicta. Me metí a Instagram, bajo revistas, se me abrió todo un mundo.

  • Cuando me casé, llegó una tía con un paquete, que era un regalo para cuando yo me casara que me había dejado mi abuela antes de morir, con una carta. Era este broche y la carta sólo decía: “Que seas muy feliz, mi amor”. Trato de ponérmelo para todos los matrimonios.

  • Hace como diez años la Cecilia Puga, que es muy amiga nuestra, nos hizo esta casa en San Francisco de Los Andes. No vamos tanto como me gustaría, pero es un lugar increíble, está en la mitad de la nada. Acá la publicaron en el libro House with a view, con fotos hechas por Cristóbal Palma.

  • Ahora último me dio por los conejos… los dibujo, los pinto, me he comprado cosas con conejos; puro conejismo. Según una amiga es mi animal totémico.

  • Hacía cerámica hace tiempo (tomé clases con la Lise Moller) y tuve que dejarla cuando me nombraron directora. Hace como dos años decidí retomar. Me metí al taller Villaseca y después seguí con otro profesor, José Domingo Prado, que es seco y ahí me embalé. Quiero desarrollar algo diferente, en eso estoy. Todas las cerámicas de la foto las he hecho yo.

  • De esto estoy muy orgullosa, porque siempre había querido bordar. Me operé hace poco y aproveché la convalecencia para hacer este bordado. Lo diseñé entero yo, incluidas las frases, y lo bordé siguiendo un tutorial (que vi en el iPad, obvio). No puedo creer que lo haya hecho yo.

  • Me encantan las joyas de cacho y tengo hartas. El collar grande es de la Meche Correa, los aros de la Chantal Bernsau y las pulseras las compré en Ecuador.

  • Soy súper mañosa para los relojes y este es el único que me gusta. Me lo regaló mi marido cuando cumplí 50 años.

  • Fui a África el 92, cuando vivía en España. En esa época era súper difícil viajar. Siempre pensé que si tenía un hijo, lo quería llevar a África, por lo increíble del viaje. Fuimos el año pasado y estuvimos en Kenia, Tanzania y Zanzíbar. Estas figuras son un recordatorio del primer y del segundo viaje.

  • Él es Leky, un Westie de 13 años, que se lo regalamos a mi hija cuando ella tenía 6. Apenas llegó a esta casa, él mismo decidió que yo era la dueña… Me seguía para todos lados.

  • Odio los anteojos con toda mi alma, pero soy casi ciega, ultramiope. Para mí los lentes de contacto son el mejor invento de la humanidad.

  • Esto me lo regaló la Carola Díaz cuando cumplí 50. Es un resumen de mi historia y es uno de los productos que tiene en su empresa Memoria Creativa. Fue a hablar a escondidas con mi mamá, con mis hijos, con mi marido… Yo no lo podía creer. ¡Fue mucho trabajo!

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