Vacaciones

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EDólogos - Revista ED N°250

EDólogos

En la edición 250 de la revista quisimos homenajear a nuestros más fieles suscriptores, esos que...

El mirador - Decoración Revista ED

El mirador

Una casa que se mimetiza con el paisaje de la costa central y un jardín que nació sin planos ni...

Editorial

Dicen que la moda es como un espejo, el mejor reflejo del mood del momento… Eso corre para todas las modas, incluida la de la decoración. Las crisis o auges económicos, las guerras, los cambios en la sociedad, la televisión, el cine… todo va quedando marcado. Ya no existe eso de que se use una sola cosa o haya una sola tendencia, la globalización ha hecho que tengamos demasiada información y la influencia de distintas culturas simultáneamente…

Pero hoy sí hay un fenómeno transversal y muy fuerte que de a poco se ha ido colando y repitiendo en el mundo entero: la idea de la perfección. Todo tiene que verse perfecto: las personas, el físico, los matrimonios, las familias, los autos, los muebles, las casas, hasta los niños… Las redes sociales han contribuido bastante a eso, Facebook y sobre todo Instagram, donde parece que todos lo pasaran mucho mejor que uno, con los más espectaculares viajes, mucho plato de comida exquisito, panoramas familiares, amigos, celebraciones, etc., pero todo es sólo una foto, un momento, en realidad no sabemos más de esas historias.

A mí personalmente me encanta Instagram, sirve incluso para trabajar y saber en qué están al otro lado del mundo. El tema es cuando esto se traslada a nuestra forma de vivir. Las casas no pueden ni debieran ser perfectas. Como escribió el monje benedictino Mamerto Menapace en sus resoluciones para este nuevo año, debiéramos crear calidez dentro de nuestras casas y para eso tiene que haber cierto desorden de vez en cuando, cojines aplastados, cosas gastadas, un poco de olor a comida, en fin… algo que acuse que ahí hay vida, que pasan cosas, que todo está para usarse y disfrutarse, no para mirarlo ni menos sólo para la foto. Por suerte ya casi no se estila eso de guardar los platos finos sólo para comidas importantes.

Tengo un amigo que tiene un departamento maravilloso, con puras cosas buenas, siempre está retapizando o cambiando algo, lo mantiene impecable y le encanta la decoración, pero en su casa uno se siente como en la de uno, siempre está con algún alojado, hace hartas comidas y da la sensación de que no tiene ningún susto a que algo se rompa o se manche. Y cuando algo así pasa le da lo mismo.

No se trata de que no queramos tener nuestra casa linda y ordenada, de que no nos guste poner una mesa bonita para convidar o hacer lindos ramos de flores, el tema no va por ahí, sino en no caer en la copia de una foto, donde todo tenga que ser de determinada forma ni verse nuevo, perfecto, al final terminan siendo todos los lugares muy parecidos y muy fomes. En ED nos gusta mostrar buenas casas, pero con mucha vida, sueltas, donde se note que hay gente habitándolas y que tengan personalidad propia. Muchas veces nos llaman contándonos de una casa recién terminada que quedó preciosa, y, salvo excepciones, dejamos pasar varios meses antes de fotografiarla, justamente para que esté más vivida. Aunque sus dueños no hayan cambiado ni un cojín de lugar, hay algo distinto en esos espacios después de un tiempo, se respira otro aire y eso se refleja en las fotos. Así y todo, en nuestras páginas se muestra siempre la mejor cara de cada lugar, cuando llegamos a fotografiar el living estará más ordenado que nunca y seguramente elegiremos un día con buena luz y no con lluvia torrencial, pero tratamos de representar el carácter y realidad de ese espacio lo mejor posible.

En esta edición de verano le mostramos casas que están hechas para disfrutarlas, pensadas para descansar y no para sufrir cuidándolas, para recibir a los amigos y para pasarlo bien. Todas muy distintas, con un sello único, para sentirse de vacaciones.

Magdalena Bock, Directora
magdalenabock@ed.cl