Estructura poética

Vidrio y mármol, materiales luminosos que evocan formas orgánicas. Una cúpula de 30 metros de altura compuesta por nueve alas que confluyen en un centro abierto. Un espacio interior de oración con capacidad para 600 personas. Proyectado por el canadiense Siamak Hariri y construido en un terreno de 86 hectáreas en Peñalolén, este templo Baha’ i es uno de los ocho que hay en el mundo, y en el todo es símbolo de apertura y reflexión. Aquí, en exclusiva, sus primeras fotos publicadas.

 

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Cada uno de los ocho templos Bahá’i que hay en el mundo tiene nueve puertas abiertas que simbolizan la apertura y la unicidad de la religión. Es que la fe Bahá’i, una de las religiones más jóvenes que existen, se fundamenta en la unidad: la unidad de Dios, la unidad de las religiones y la unidad de la humanidad. Por eso sus casas de adoración son construcciones abiertas y capaces de darle la bienvenida a todos sus visitantes, sin importar su credo, etnia, género o edad. El propósito de estas estructuras –repartidas en Estados Unidos, Panamá, Alemania, India, Uganda, Samoa y Australia–, es “convertirse en lugares de encuentro y de adoración a Dios para promover la unidad y el afecto cordial entre las personas”.

Pero ¿por qué construir uno de estos templos en la capital de nuestro país? La historia se remonta a 1953, cuando Shoghi Effendi, responsable de la comunidad Bahá’i en esa época, designó a Santiago como el lugar donde se alzaría el gran templo continental de Sudamérica. En junio del 2003 la comunidad global Bahá’i atendió el llamado para reunir los 30 millones de dólares que se requerían y se proyectó un gran templo rodeado de jardines en un área de 9 hectáreas de un total de 86, dentro de un terreno en la comuna de Peñalolén.

La construcción comenzó el 2010 y el arquitecto responsable fue el canadiense Siamak Hariri. Nacido en Alemania y titulado en Yale, es socio junto a David Pontarini de Hariri Pontarini Architects, y su nombre es internacionalmente conocido por la forma en que captura la luz y privilegia el arte de la arquitectura. Tiene obras de gran escala, como edificios universitarios, residencias privadas y hospitales, pero también es conocido por su trabajo con dimensiones humanitarias, como el hospicio que diseñó para personas que viven con el SIDA/VIH y el refugio al centro para mujeres maltratadas en Ontario.

Para este templo, Hariri proyectó una megaestructura principal de 30 metros de alto y 30 metros de diámetro. Se trata de un edificio compuesto por nueve alas en forma de hojas traslúcidas hechas de vidrio fundido y mármol tallado. Estas alas emergen desde el suelo y convergen en un óculo central. “Buscamos solidez, pero también un edificio capaz de disolverse con la luz”, ha dicho su arquitecto. El interior es un círculo de oración con capacidad para 600 personas y ahí dentro todo parece estar envuelto y filtrado por la luz.

La impresión general es de una estructura liviana, pero se trata de un edificio altamente resistente a los terremotos. Cada uno de los velos de la cúpula se apoya en una red de miembros estructurales de acero que descansan sobre los anillos y las columnas de hormigón. Su base está conformada por un cuerpo sólido de hormigón sobre diez aisladores sísmicos elastométricos.

Los templos Bahá’i son conocidos por su innovación formal, tecnológica y por su arquitectura de excelencia, pero también porque apuestan por la colaboración, el voluntariado y el trabajo en comunidad. Y el de Chile no fue la excepción. La comunidad global de la fe Bahá’i realizó el aporte económico y la local trabajó desde el principio en cada una de las faenas que involucró su construcción. En el templo, que recién abrió sus puertas al público, se percibe que cada detalle ha sido pensado cuidadosamente. Por ejemplo, sólo el estudio de las alas de la estructura principal se demoró casi cuatro años y su elaboración estuvo a cargo de artesanos del vidrio agrupados en Jeff Goodman & Studio, que realizaron las 1129 varillas de vidrio de borosilicato que luego fueron ensambladas y actualmente crean los nueve velos del templo.

Las Casas de Adoración Bahá’í son lugares de encuentro abiertos a toda la sociedad que invitan a sus visitantes a integrarse a un entorno rodeado de naturaleza. Además de la megaestrcutura central, hay un espejo de agua y un gran jardín con especies nativas que estuvo a cargo del paisajista Juan Grimm. “La experiencia tiene dos puntos totalmente opuestos, y ambos igual de impresionantes”, dice el arquitecto Nicolás Saieh, que fue uno de los primeros en conocer el templo y estuvo a cargo de fotografiarlo para ED. “Desde fuera, en conjunto con el paisajismo, es un mirador increíble hacia Santiago, y una vez estando adentro, todo eso desaparece un poco, y entras a un ambiente de silencio y luz controlada por los paneles de mármol”. Finalmente es el recorrido el que hace de este lugar un espacio integrado y único, como lo persigue la religión Bahá’i.

  • Los velos de la cúpula están revestidos en su interior por mármol portugués de Estremoz.

  • El arquitecto Siamak Hariri dice que la cúpula del templo asemeja los pétalos de una flor y a la distancia da la impresión de estar flotando sobre el espejo de agua. Cada una de las nueve alas de esta megaestructura es un acceso al interior que representa la apertura y la unicidad.

  • El arquitecto Siamak Hariri dice que la cúpula del templo asemeja los pétalos de una flor y a la distancia da la impresión de estar flotando sobre el espejo de agua. Cada una de las nueve alas de esta megaestructura es un acceso al interior que representa la apertura y la unicidad.

  • El arquitecto Siamak Hariri dice que la cúpula del templo asemeja los pétalos de una flor y a la distancia da la impresión de estar flotando sobre el espejo de agua. Cada una de las nueve alas de esta megaestructura es un acceso al interior que representa la apertura y la unicidad.

  • Las nueve hojas que forman la cúpula están hechas con piezas únicas de vidrio fundido en su exterior y mármol traslucido en su interior. Todas son soportadas por perfiles tubulares de acero.

  • Los asientos, balcones y el piso son de madera. Al interior del templo no se permiten ritos, pues el espacio esta pensado para una reflexión silenciosa.

  • Los asientos, balcones y el piso son de madera. Al interior del templo no se permiten ritos, pues el espacio esta pensado para una reflexión silenciosa.

  • El arquitecto Siamak Hariri dice que la cúpula del templo asemeja los pétalos de una flor y a la distancia da la impresión de estar flotando sobre el espejo de agua. Cada una de las nueve alas de esta megaestructura es un acceso al interior que representa la apertura y la unicidad.

  • Construido a 980 metros sobre el nivel del mar, el templo Baha’i de Peñalolén “busca la solidez pero también disolverse con la luz”, dice su creador, el arquitecto Siamak Hariri.

  • El arquitecto Siamak Hariri dice que la cúpula del templo asemeja los pétalos de una flor y a la distancia da la impresión de estar flotando sobre el espejo de agua. Cada una de las nueve alas de esta megaestructura es un acceso al interior que representa la apertura y la unicidad.

 

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