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Vía exclusiva

Tan sofisticadas como sus dueños son las boutiques que abrieron Bottega Vineta en Milán y Viktor & Rolf en París. Una decoración de lujo para marcas que son sinónimo de elegancia y buena factura.

Discreción podría ser la palabra que mejor define a esta marca italiana, y su trabajo artesanal en cuero, su carta de presentación. Lejos de campañas exuberantes y de grandes apellidos relacionados con el mundo de la moda, ha sido el trabajo el que ha hablado por ella. Es más, nunca ha necesitado un logo (“Cuando sólo tus iniciales son suficientes” es su slogan) y su nombre no significa nada más que “taller veneciano” en italiano.

En sus 48 años de existencia Bottega Veneta se ha coronado como la gran representante de la marroquinería italiana, especialmente gracias a su intrecciato o trenzado en cuero. Si bien en un comienzo estaba principalmente centrado en este tipo de trabajos, con el tiempo –y gracias a su éxito y buen manejo del diseño– fue sumando colecciones de moda para hombres y mujeres, joyería, relojes, perfumes y hasta muebles. Gran parte de este crecimiento ha sido gracias al alemán Tomas Maier, quien el 2001 tomó las riendas de la marca como su director creativo, cuando la marca fue adquirida por Kering, más conocida como Grupo Gucci.

Tan importante ha sido su éxito en los últimos años, que los directivos decidieron abrir su primera maison: un espacio que se convertiría en el gran referente de la marca, tanto por el diseño del lugar, los productos exhibidos y el servicio que se entregaría a los clientes. Eligieron un antiguo palazzo del siglo XVIII emplazado en Via Sant’Andrea, en el centro del distrito de alta costura de Milán. El objetivo era reflejar la identidad de la marca en el país donde están sus raíces y en una ubicación que, según ellos, representa la belleza y discreción de la arquitectura milanesa. Los más de mil metros cuadrados, divididos en dos pisos, fueron completamente remodelados a partir de las ideas propuestas por el mismísimo Maier, quien se encargó de elegir hasta el último detalle. Se propuso hacerlo lo más luminoso posible y para conseguirlo, se habilitaron grandes ventanales y balcones, además de un patio interior vidriado que tiene como protagonista una gran pileta rodeada de bóvedas y columnas en granito Montorfano. Revistieron en gamuza los muros interiores y tapizaron los muebles en mohair, a los que agregaron algunos detalles en cuero. Las alfombras son de lana Wilton y cuenta con un sistema de iluminación oculto que dio como resultado un efecto muy original y la sensación de tridimensionalidad.

Para su distribución, Maier optó por dejar en el primer nivel las últimas colecciones. Con entradas diferenciadas, para el sector de los hombres eligió una decoración que se mueve entre los tonos grises, mientras que en el área de las mujeres el colorido va desde el beige hasta el rosado pálido. Para el segundo piso en cambio, la intensión fue reflejar el lifestyle de Bottega Veneta, con la exhibición de su línea de muebles y joyas. La maison se convierte así en la más importante de las tiendas Bottega Veneta a nivel mundial, no sólo por sus dimensiones, sino también porque es la única donde se pueden ver todas las creaciones de la marca.

A juicio de su director creativo, esta tienda representa un nuevo enfoque, ya que no sólo existe una gran variedad de productos, sino que además se le ofrece al cliente una nueva experiencia de compra: totalmente personalizada y con un servicio dedicado, preocupado de anticiparse a sus deseos o necesidades. Eso sí, manteniendo siempre la intimidad y calidez que los caracteriza.

Hace veinte años nadie se imaginó que un desfile de modas podía estar inspirado en la cama y que las modelos se pasearan con almohadas en la mano. O que para la presentación de una nueva colección sólo una modelo fuera la protagonista y, tal como una muñeca rusa, sumara capas de ropa sobre su cuerpo a medida que avanzaba por la pasarela.

Absolutamente impredecibles, los diseñadores Viktor Horsting y Rolf Snoeren se han hecho conocidos como “los nuevos Saint Laurent”, combinando la ironía con la belleza surrealista y siendo sus desfiles mucho más parecidos a un espectáculo con efectos especiales que al simple lanzamiento de una nueva línea de vestidos.

Holandeses los dos, comenzaron sus carreras cosiendo a mano en un claustrofóbico departamento en Amsterdam y si bien les costó vender sus creaciones en un comienzo –eran tan llamativas que los museos se entusiasmaban mucho más a la hora de la compra que los clientes, porque las piezas estaban en el límite entre objetos de arte y couture–, con el tiempo han sabido imponerse en el mundo de la moda.

Con dos décadas de trayectoria, esta pareja hoy ha vuelto a hacer noticia, pero esta vez por la apertura de su primera boutique en París. Más de dos mil metros cuadrados emplazados en la rue Saint-Honoré, muy cerca de la Place Vendôme. Dividido en varios pisos y ambientes, aquí se puede conocer todo el mundo detrás de esta marca. Desde la colección ready to wear de mujer y hombre, carteras, zapatos, accesorios de cuero, perfumes y la línea completa de anteojos que siempre es muy difícil de encontrar.

Engenerada con felpa gris de cielo a suelo, su diseño interior estuvo a cargo de la oficina de Pierre Beucler y Jean-Christophe Poggioli of Architecture & Associés –conocida por renovar la imagen de Dior Homme, el diseño de la red boutique para Comme des Garçons y el desarrollo de una estrategia visual mundial para Lanvin, entre otros proyectos– y combina la grandeza palaciega del Renacimiento italiano con el clasicismo francés. “Quisimos crear un ambiente donde la ropa fuera la que llamara la atención. El gris es un muy buen color como telón de fondo porque es muy neutral, y el resultado, una experiencia surrealista que nos gusta  mucho”, dice Viktor.

Tal como explican estos diseñadores, su idea era tener una tienda sencilla, que destacara por lo que ahí se vende y no tanto por su diseño. También que se generara un espacio donde pudieran inyectar su propia sensibilidad excéntrica temporada tras temporada. “Queríamos que fuera invisible, porque en general encontramos que las tiendas son muy sobrecargadas, con demasiado de todo. Aquí en cambio se hizo lo que llamamos ‘arquitectura fantasma’, donde el espacio está enmarcado por arcos y marcos curvos usados para mostrar los productos, todo en tono sobre tono, aludiendo al diseño interior monocromático neoclasicista. Y, a pesar de ser un gran espacio con una arquitectura rigurosa y gráfica, no es grandioso ni se impone. Es un lugar verdaderamente íntimo”.

El primer piso se dividió en tres ambientes, uno pensado para la colección ready to wear de mujer, otro para los zapatos y accesorios de mujer y el último para la colección ready to wear de hombres, además de su línea de zapatos. También se ideó un área VIP para clientes especiales con consultores que entregan el servicio de venta personalizada. “Siempre consideramos la ciudad de París para que fuera nuestra casa de la moda y, por lo mismo, estamos tan orgullosos de abrir esta boutique en un lugar hecho y derecho para nosotros, donde se introdujo un nuevo código para esta marca y se generó un punto de referencia para futuras expansiones”, dicen los diseñadores.

 

  • El frontis del Palazzo del siglo XVIII.

  • El director creativo de la firma, Tomás Maier, rediseñó el interior del edificio. Poniendo énfasis en la luminosidad, que consiguió de forma natural.

  • La luminosidad la logró a través de grandes ventanales y balcones, además de un espectacular sistema de iluminación.

  • Más de 2000 metros cuadrados en plena rue Saint Honore son parte de la primera boutique de Viktor & Rolf en París. Diseñada por la oficina de arquitectura Pierre Beucler and Jean-Christophe Poggioli Arquitecture & Associes, la idea fue crear espacios sobrios y limpios para que la ropa fuera la gran protagonista.

  • Felpa, acero y vidrio fueron los materiales con los que se armó esta boutique.

  • Los arquitectos revistieron parte de los muebles en franela de lana y cashmere para seguir con la idea de "arquitectura invisible" pedida por Viktor & Rolf.

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