Era mayo de 2021 y el centro de Santiago reflejaba el desgaste de los últimos años: las huellas del estallido social y una pandemia que mantenía las calles semivacías. En la esquina de Huérfanos con San Martín, una fila avanzaba lentamente: estudiantes con cámaras en mano, familias con niños curiosos y vecinos del barrio esperaban su turno para entrar al Palacio Pereira. No era solo visitar el interior de este edificio neoclásico del siglo XIX, sino, sobre todo, ser parte de un hito histórico: tras un proceso de diez años de recuperación, el palacio al fin abría sus puertas al público.
Desde ese día, la que alguna vez fue la residencia del empresario y político Luis Pereira Cotapos ha encontrado una nueva vida, consolidándose como un espacio público y cultural abierto a la ciudad, con salas de exposición, actividades comunitarias y espacios de encuentro para el barrio. Su crecimiento ha sido sostenido: en 2023 recibió a 43.540 personas, en 2024 la cifra aumentó a 54.464, y hasta junio de 2025, ya sumaba cerca de 24.000 visitantes, con un promedio mensual de alrededor de 4.000 personas.


“Cuando recuperamos espacios públicos, la ciudadanía no solamente tiene más espacios de educación patrimonial, tiene más áreas destinadas para el goce. Ganamos en un barrio más seguro, más bello y en la recuperación del centro de Santiago”, comenta la subsecretaria del Patrimonio Cultural, Carolina Pérez.
El Palacio Pereira fue construido en 1872 por el arquitecto francés Lucien Henault, autor de algunas de las obras más emblemáticas del Santiago decimonónico, como el Congreso Nacional y la Casa Central de la Universidad de Chile. Tras años de abandono, el Estado compró el inmueble en 2011, evitando su demolición y dando inicio a un proceso de restauración que se extendió por una década.
El proyecto, desarrollado por un equipo de arquitectos conformado por Cecilia Puga, Paula Velasco y Alberto Moletto, respetó el carácter histórico del edificio e incorporó un lenguaje contemporáneo que permite la convivencia entre el pasado y el presente. “Uno puede ver los testigos del pasado, al mismo tiempo que albergamos oficinas modernas. El patrimonio se trata un poco de eso: de mirar al futuro sin dejar de rescatar lo valioso del pasado”, explica Pérez.
Un espacio que dialoga con el barrio
Desde su reapertura, el palacio se ha integrado al circuito cultural de Santiago y, especialmente, a la vida de su barrio. Jóvenes, agrupaciones comunitarias y organizaciones culturales utilizan sus espacios para actividades y talleres. Ejemplo de esto fue la exposición realizada por estudiantes del Liceo N° 1 Javiera Carrera, quienes reconstruyeron la historia patrimonial de su liceo con objetos, uniformes y documentos. La muestra incluso fue visitada por la expresidenta Michelle Bachelet, exalumna de este establecimiento, una de las primeras instituciones educacionales para mujeres en Chile y el primer liceo fiscal femenino de la capital, ubicado a apenas 100 metros del palacio.
“Hay una dimensión del Palacio Pereira que es muy barrial, que tiene que ver con el sector que habita este espacio de la ciudad, y con la recuperación de esa propia memoria. Nos interesa mostrar la historia de los barrios porque es parte del patrimonio vivo”, dice la subsecretaria.
En estos años, el Palacio Pereira ha sido escenario de actividades como la Noche de los Museos, el Día de los Patrimonios y exposiciones que han convocado a miles de personas. “Nos dimos cuenta de que el público del palacio estaba disponible para venir también en horarios nocturnos, lo que es algo muy positivo para el barrio”, destaca Pérez.
Además, el edificio alberga las oficinas del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio —incluyendo la Subsecretaría del Patrimonio Cultural, el Servicio Nacional del Patrimonio Cultural y el Consejo de Monumentos Nacionales—, y durante 2021 funcionó también como sede de trabajo de la Convención Constitucional. Que el edificio sirva como espacio de conexión entre el trabajo institucional y la experiencia ciudadana, es una mezcla que Pérez considera virtuosa: “Que la ciudadanía vea dónde trabaja el Estado es muy positivo. Muchas veces uno no se imagina quiénes son las personas que trabajan ahí, qué hacen. Este es un espacio que mezcla esos dos mundos”.
Educación patrimonial: un desafío nacional
De cara al futuro, el desafío es continuar ampliando su rol como espacio de educación patrimonial, con foco en niñas, niños y adolescentes. “Nos parece central que partamos desde la más temprana edad con una conciencia de que cuidar el patrimonio es cuidar también los bienes públicos de todos y todas. Nos ayuda a ser más tolerantes como país y a construir una democracia más inclusiva”, enfatiza Pérez.
El caso del Palacio Pereira es, en palabras de la subsecretaria, un ejemplo de lo que se busca replicar en otras regiones. “Cuando hablamos de él, también hablamos de que la inversión en patrimonio cultural es importante. Estamos trabajando para que inmuebles patrimoniales de distintas partes de Chile, que por años han estado abandonados, puedan recuperarse y ponerse al servicio de las comunidades”, afirma.


