En un rincón privilegiado de la costa de Coquimbo, entre Guanaqueros y Tongoy, una pareja —ella belga, él chileno, ambos apasionados por el mar— decidió levantar su refugio. El encargo: una casa familiar que enfrentara las complejidades de un terreno en pendiente y dominado por arena, pero que, al mismo tiempo, celebrara el paisaje de la bahía de Algamar.
El proyecto, a cargo del estudio WMR Arquitectos, debió trabajar sobre un entorno complejo: la bahía está marcada por un peñón que acentúa su forma y por un conjunto de rocas singulares. A eso se suman lenguas de arena talladas por el viento sur y la amenaza latente de los maremotos. El proyecto debía responder a todo ello con rigor estructural, pero también con ligereza.


La inspiración llegó de la idea de un prisma que emerge desde la pendiente. Una geometría definida, contenida, cuya envolvente de madera trabaja la luz y la sombra para moderar el sol intenso y crear interiores templados frente al viento costero. Así, la textura de la fachada se convierte en un filtro, un elemento activo que genera ambientes confortables y habitables durante todo el año.


La base del proyecto se resuelve con un muro de contención en hormigón armado y agujas que permiten anclar la obra al terreno arenoso. Desde esa base sólida, todo el resto se desarrolla en madera y vidrio, buscando una expresión más ligera, abierta y conectada al horizonte marino.
El resultado es una casa que parece flotar, con espacios bañados de luz y protegidos de los excesos del clima.


Para el diseño, los arquitectos trabajaron junto a la oficina Unoatres, un cruce que aportó miradas y experiencias, mientras que la dueña de casa, muy involucrada en el proceso, también aportó activamente a las decisiones de construcción y diseño.
Aunque en un inicio fue pensada como segunda vivienda, pronto se transformó en la residencia principal de sus dueños, hasta que con el tiempo pasó a manos de un nuevo propietario. Hoy, ellos continúan desarrollando proyectos en la zona de Algamar, siempre con la misma motivación: dar forma a espacios que dialoguen con la costa y el mar.








