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Ciudades en doble exposición: la propuesta de la XXII Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile

Memorias que despiertan, presentes que se abren, futuros que se dejan entrever en lo que parecía dormido. Esto es la Bienal 2025, una invitación a redescubrir el territorio, donde pasado y presente se superponen para abrir futuros posibles.

Cada dos años, la Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile invita a mirar la ciudad con otros ojos, recorrerla con atención y sensibilidad, descubriendo historias que habitan rincones olvidados y espacios dormidos que aguardan despertar. Este 2025, su vigésima tercera edición se despliega entre el 26 de septiembre y el 5 de octubre bajo el título Doble Exposición, recordándonos que, como en la fotografía, dos tiempos superpuestos pueden dar lugar a una imagen nueva, vibrante y llena de sentido.

Bajo la organización del Colegio de Arquitectos de Chile, y el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, la XXIII Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile tiene una propuesta que une la mirada patrimonial con la preocupación por el desarrollo de la arquitectura moderna, en un camino de reflexión sobre la resignificación y recuperación de los espacios públicos.

“Lo que proponemos no es solo una muestra de proyectos”, comparte Ángela Carvajal, quien forma parte del equipo curatorial junto a Sebastián López y Óscar Aceves. “Queremos ofrecer un espacio de sensibilidad, donde todos —niños, adultos, arquitectos y no arquitectos— puedan detenerse a mirar con asombro lo que nos rodea”.

La doble exposición es metáfora de un tiempo que se entrelaza: pasado y presente que conviven sin anularse, generando un tercer relato. Lo que parecía ruina se convierte en posibilidad, lo perdido en semilla. “No se trata de congelar la memoria como postal”, explica Ángela. “Se trata de acariciarla, dejar que nos hable y que nos guíe hacia lo que vendrá”.

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Ex Iglesia San Borja

En Santiago, seis sedes se abren como escenarios donde exposiciones, charlas e interacciones nos muestran cómo la memoria dialoga con el presente: la iglesia San Borja, el GAM, el Parque San Borja, CEINA, la Iglesia de la Veracruz y el Edificio Barco. No son solo contenedores, sino protagonistas cargados de huellas y cicatrices, que al ser recorridos despiertan nuevas formas de sentir. A veces basta un detalle: un reflejo, un eco inesperado o la sombra que se dibuja sobre un muro. “Lo mínimo puede transformarlo todo”, recuerda la curadora.

Pero la Bienal no pertenece únicamente a la ciudad de Santiago. También Valparaíso, Concepción, Puerto Montt y Punta Arenas suman sus voces, realidades y geografías. “Chile no es solo Santiago”, subraya Ángela Carvajal. Y en ese gesto de abrir el mapa, la Bienal abraza la diversidad: el puerto con sus cerros que resisten, el sur con lluvias que moldean la vida, el extremo austral con su horizonte infinito. Cada ciudad se convierte en un espejo distinto que, de una u otra forma, nos conecta con cada realidad.

En esa misma delicadeza, Ángela invita a mirar el país en sus contrastes: “Somos un territorio extremo: desde el desierto más árido hasta la Patagonia. Tenemos barrios invisibilizados junto a zonas de gran riqueza, memorias que conviven con modernidades inconclusas. Y en esa tensión está nuestra fuerza: lo frágil, lo precario, lo diverso son lo que nos constituye y nos permite imaginar futuros distintos”.

Colegio de Arquitectos

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Y no se trata solo de una conversación local: esta edición también convoca a invitados internacionales, voces que llegan desde distintos lugares del mundo para dialogar con nuestras memorias y contrastes. “Queremos que Chile se piense hacia adentro, pero también hacia afuera”, explica Ángela. “Que podamos mostrar lo que somos y, al mismo tiempo, nutrirnos de otras miradas que nos ayudan a comprendernos mejor”.

Su mirada, confiesa, está marcada por la ruina, herencia de su padre antropólogo. “Desde pequeña aprendí a detenerme en lo que parecía acabado”, dice. “La ruina no es muerte, sino un lugar fértil, una grieta por donde se asoma el futuro”.

La Bienal se abre así como una celebración para todos: niños que descubren que la ciudad también es juego, vecinos que vuelven a mirar con cariño lo cotidiano, arquitectos que se dejan conmover por lo sensible, visitantes que reconocen en las calles un latido colectivo. Una invitación a observar con calma, a dejarnos sorprender, a descubrir que lo obsoleto guarda siempre posibilidades.

Los primeros días ya dejaron huellas de esta transformación: intervenciones que mezclan cuerpos y espacios, recorridos que en Valparaíso revelan memorias populares, caminatas en Concepción que recuerdan heridas del terremoto convertidas en plazas vivas. Cada gesto confirma que la ciudad está hecha de capas, y que al mirarlas con atención aparece siempre algo nuevo.

Incluso Santiago se ha dejado atravesar por lo inesperado. Una lluvia en San Borja cubrió los techos de charcos y, cuando la luz entró, el espacio se llenó de luces coloridas, de arcoíris. “Fue un instante que conmovió”, relata la arquitecta. “La arquitectura también ocurre en esos accidentes, en lo que no controlamos, en ese encuentro entre lo construido y lo vivido”.

“Lo que más deseo”, confiesa la arquitecta, “es que cada persona que visite la Bienal regrese a su casa con una mirada distinta. Que, al observar su calle, su plaza o incluso su habitación, descubra algo que antes no veía. Si logramos que alguien mire con ternura lo que ya existe, habremos sembrado lo más importante”.

Doble Exposición nos recuerda que la ciudad no es un objeto estático, sino una trama viva. Una suma de memorias y presentes que se entrelazan, un espacio común donde todos podemos encontrarnos. Y en cada rincón dormido late la posibilidad de un futuro compartido.

La programación completa está disponible en www.bienaldearquitectura.cl.

Más información en:

www.cultura.gob.cl/

https://colegioarquitectos.com/ 

www.anagramma-arq.com/

https://oscaracevesalvarez.com

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