Vicente Infante ama la comida. Gestor gastronómico, chef profesional, coordina los contenidos del festival Ñam Santiago y de la fundación Gastronomía Social, y a través de su cuenta Eats Santiago recorre bares, cafés, picadas y restaurantes en busca de nuevos sabores y experiencias. Le pedimos que compartiera sus mejores datos para comer rico, y esto fue lo que nos contó.


Es lunes. Hay que partir con un café. ¿Dónde vas?
Al Félix Café. Me encanta, es ondero y tienen muy buen café. Ya sea para ir de paso o quedarse, me gusta siempre pasar por algún café frío. Además que rompen con la dinámica de un café de especialidad tradicional. Cada cierto tiempo organizan pop ups con diferentes cocineros, exposiciones y colaboraciones con artistas e invitan a tomarse el espacio público.
Si ando por el centro paso por Triciclo o por R3 coffee.
Te piden que lleves a almorzar a un extranjero que nunca antes ha estado en Chile. ¿Dónde lo llevas?
A La Calma. Para que se tire un piquero directo a nuestras costas. La forma de trabajar el producto marino es impecable, honesta y delicada. Han sabido relatar y poner sobre la mesa la inmensa variedad de pescados y mariscos que tenemos y jamás falla a la hora de sorprender a mis amigos extranjeros.


También me gusta mucho Con Agallas y sus ceviches, Marina Mar de Tapas y sus ostras frescas y la reinterpretación de la Sangucheria chilena en Barra de Pickles.


Otro gran imperdible es darse una vueltita por el MUT y la tremenda oferta gastronómica y de diseño que ofrecen. Para mí, una joyita.
Tienes media hora para almorzar y un presupuesto escuálido. ¿Dónde vas y qué pides?


¿Dónde te vas a tomar un helado y qué sabor/es pides?
Hace poco descubrí una heladería en el Taller 1 que me encantó. Se llama Olympia y hacen helados artesanales en base a yogurt griego super cremoso de elaboración propia. Su dueña Rosario Anich, heredó la receta familiar del Laban o yogurt griego y lo transformó en un delicioso helado que va cambiando de sabores y toppings según temporada. El trululu y el chocolito son mis imperdibles en la playa.


Te llama tu mejor amigo/a porque quiere que le recomiendes un restorán para celebrar su aniversario. ¿Dónde lo mandas?
Es un martes cualquiera y estás en el centro de Santiago. ¿Dónde almuerzas?
En Flama de Lastarria. La masa de sus pizzas es de esas que parecen nubes. Ligera y con los bordes tostados. La Callampín Bombín está muy buena o la Pera Blue para los más arriesgados. También tienen unos bowls de ensalada gigante y una carta nueva de entrantes muy juguetona. Otro que recomiendo no saltarse nunca es El Cantábrico.
Un bar que no decepciona.
El Bar La Providencia. Sus clásicos son impecables y te hacen sentir como en casa. Cada espacio del bar es una experiencia distinta. Desde sentarse en la barra, compartir en la terraza, ser seducido en el salón rojo o terminar en el exclusivo Speakeasy. Hay mucho trabajo en la propuesta, hace poco cambiaron su carta de coctelería de autor bajo el concepto de la “memoria colectiva”, en la cual desarrollaron un menú que celebra los recuerdos y los sabores de nuestra infancia. Y por si fuera poco es una de las barra de pisco más grandes de Chile con más de 70 etiquetas de pisco nacional.


La vista de Santiago en el Luna Bar del Hotel AC Santiago Costanera me roba el corazón cada vez que voy. Y nunca quiero dejar de tomar mi mojito Mekong del Siam Thai, recién elegido como uno de los bares 50 best discovery según The World’s 50 best bars.
La torta que pides para tu cumpleaños.
Debo admitir que soy de pedir tortas en datos escondidos de pasteleras bien caseras. De esas que se mandan a hacer a pedido con varios días de anticipación. Tengo una obsesión con la torta Concorde que hace Karina Hayal. Esas capas de merengue con chocolate me hacen asumir que cumplo años más tranquilo. Les paso el dato: @dulceplacer_mazapan. Ahora, también cualquier torta helada me hace feliz. Merengue frambuesa si me dan a elegir.
Y por último, un recomendado fuera de Santiago.
Los Deportistas en Valparaíso. Un templo de la cocina chilena de la mano de la señora Ida Delgado y su familia. Viajaría solo para comer sus guatitas con ensaladas, tomarme una vaina y volver a Santiago. Patrimonio gastronómico vivo.





