Existe una nueva tendencia originada en Francia que ha aterrizado en Chile: la Urbanofagia, o arquitectura comestible, es una rama de la gastronomía que combina la cocina y la arquitectura de una manera poco convencional, creando una maqueta a escala de una ciudad, y elaborando con distintos alimentos calles, edificios y monumentos.
Inspirados en esta tendencia, las empresas Multicompany, OArquitectos y Contatto se unieron para realizar, el miércoles 7 de mayo, la primera muestra de arquitectura comestible en Chile, a la que más de 30 oficinas de la industria se sumaron a través del juego y el humor para unir tres disciplinas: la arquitectura, el diseño y la gastronomía.
“Esta idea nace de una conversación fortuita hace varios años atrás con un amigo, a raíz de un libro en Lima donde se juntaban arquitectos con chefs a hacer un plato de comida. Se me ocurrió llevar esta idea a cabo, pero de una manera más simple”, cuenta Pablo Redondo, socio director de OArquitectos.
El punto de encuentro fueron las oficinas de Contatto, a la que fueron llegando uno a uno los participantes. A medida que iban llegando a la muestra, debían pasar a tomar una foto de su obra para luego ser trasladados a su mesa, con su número de participación y una pequeña descripción detallando el proyecto. Algunos de los concurrentes reaccionaban sorprendidos por la destreza y el ingenio de las maquetas que iban arribando, mientras que otras provocaban gracia y simpatía.
Los proyectos podían ser presentados como un plato de comida tanto dulce como salado; el resto era dejado a la creatividad de los concursantes. En la muestra se pudo ver desde un Stonehenge hecho de carne hasta la obra “Los girasoles” del artista holandés, Van Gogh, realizado en una tabla de quesos.
El jurado encargado de elegir a los ganadores estuvo compuesto por expertos: Alex Brahm, arquitecto de la Pontificia Universidad Católica y LEED Accredited Professional, Ennio Carota, chef italiano y dueño del restaurante Pastamore, Ana Luisa Toro, chef innovación y desarrollo de Artigiano Pastas y Felipe Izquierdo, humorista. La elección se guiaba por tres puntos importantes: la creatividad de la obra, el uso de los ingredientes y el sabor. Los jueces pudieron ver y probar todos los proyectos, mientras los participantes compartían en la estancia. Al anunciar la lista de los ganadores, las personas reaccionaron con alegría y humor, mencionando obras honoríficas como la pizza decorada como la obra de Mahlzeit Bauhaus, la cual todos rieron al unísono por ser la más particular del salón.
“Esta fue una primera experiencia con un jurado bastante heterogéneo donde claramente los chefs invitados calificaron el uso de los ingredientes, la complejidad de cada obra, la utilización del espacio y que se pareciera lo más posible al producto o idea original. Hubo también algo singular, y es que el premio iba para la creatividad e ingeniosidad de algunas obras”, señala Angelo Mancini, fundador de Contatto.
Risas, creatividad y un ambiente de camaradería son los elementos que marcaron la jornada; una salida de la cotidianidad para enfocarse en un proyecto comestible y volver a la esencia de la imaginación. El resultado fue un éxito en convocatoria de amigos y colegas que forman parte de la misma industria, unidos para celebrar el amor al diseño, la comida y la arquitectura.
Finalmente, se concretaron cinco ganadores con cinco obras diferentes, la Catedral Metropolitana Nossa Senhora (OArquitectos) hecha de una torta de maracuyá con buttercream de vainilla y ganaché de chocolate blanco, The Gherkin (Shaw Contract- Egbarq) hecho en una torre de bizcocho con manjar y toques de naranja, Loopita de Victor Alemán (Multicompany) sobre una estructura de chocolate y fondant, Crown Hall de Mies van der Rohe (Renovare) elaborado en chocolate y Dipping Light de Marset (Opendark) realizado en chocolate blanco y una reducción dulce de frambuesa.
Maida Briseño, diseñador y coordinadora de proyectos en Opendark, fue una de las ganadoras con la lámpara Dipping Light de Marset, “la idea surgió en que teníamos que crear algo con respecto a nuestro rubro, que es la iluminación, buscamos una lámpara icónica, la cual tenía un color que nos atraía mucho por el cristal. Quisimos invitar a los del jurado a que sean parte del proceso real porque esa lámpara se hace con pintura a mano y se sumerge en ella, por ello lo recreamos en este formato comestible”.
Ignacia Salas, fundadora de Renovare junto a Teresita Cruz y Sofía Román presentaron el Crown Hall de Mies van der Rohe, uno de los 20 edificios diseñados por el arquitecto alemán para el Instituto Tecnológico de Illinois en Chicago. “La obra la escogimos porque es un clásico, tiene unas proporciones que son gloriosas y que de alguna manera son el referente para toda la arquitectura de hoy. Es una de las primeras obras que tenía la planta libre entonces tiene toda una estructura que soporta al edificio”.
“Nos encantan los principios que propone el tema de las proporciones, el orden, la grilla y además que era como súper innovadora para la época era algo que produce un statement. La planta se relaciona mucho con lo que hacemos, lo estético pero también tiene mucho tecnicismo y por ello utilizamos el chocolate como recurso”, agregó Teresita Cruz, arquitecta en Renovare.
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