Diseñar una casa que se viera moderna y que fuera acogedora a la vez, aprovechar las vistas a un club de golf y los cerros que lo rodean – los que van cambiando de color a medida que transitan las estaciones del año – y generar espacios bien definidos para cada uso. Éste fue el encargo que recibió la oficina de arquitectura FMZARQ por parte de un hombre que buscaba un lugar definitivo para él y sus tres hijos en Colina.
La inspiración para este proyecto vino de una referencia clásica: la casa chilena. “Sus corredores perimetrales no sólo producen espacios intermedios de gran calidad, sino que además una imagen homogénea del volumen: no hay una fachada principal. Además, esta casa se puede recorrer perimetralmente sin interrupciones, relacionando y conectando los distintos espacios interiores, intermedios y exteriores”, cuenta Francisco Muñoz, arquitecto y socio de FMZARQ.
La proyección de esta casa no estuvo exenta de desafíos: al estar emplazada en un terreno arcilloso con una leve pendiente, fue necesario hacer trabajos en el suelo, sacando lo que no servía y reemplazando por material de mejor calidad. “Esto permitió definir de mejor forma la idea de que la casa se levanta de forma leve sobre el terreno”, agrega el arquitecto.
Uno de los mayores retos fue lograr que la casa contara con estabilidad térmica, algo clave considerando las temperaturas fluctuantes de la zona, con veranos muy calurosos e inviernos bastante fríos. Francisco explica: “Conociendo el emplazamiento y sus variables, lo primero que pensamos fue en generar espacios intermedios que de alguna forma sirvieran de refugio en los días más calurosos y que permitieran articular los distintos recintos propios de una casa. Aquí es donde aparece esta idea del “parrón-corredor” – una estructura metálica de poste y viga – que va articulando distintos espacios de la casa: el estacionamiento, la terraza de la piscina que conecta con el quincho, el living y comedor y el dormitorio principal”.
El interiorismo, a cargo de Estudio Quinzio y fotografiado por Constanza Rotter, buscaba tres objetivos: que se sintiera elegante, contemporáneo y cuidadosamente diseñado. “Desde el inicio diseñamos un espacio que no solo cumpliera con las necesidades funcionales de la vida familiar, sino que también transmitiera una fuerte identidad a través de la arquitectura y el interiorismo”, cuenta Daniela Quinzio, quien lideró el proyecto.
Y agrega: “Ellos buscaban vivir en un lugar que reflejara equilibrio y personalidad, donde cada rincón estuviera pensado con intención. Un hogar que combinara diseño único con calidez, donde se complementen el orden, la calma y la comodidad. En definitiva, un espacio que permitiera disfrutar de lo cotidiano con una sensación permanente de bienestar y estilo.”
El dueño de casa fue parte clave de la tarea, ya que estuvo integrado al proyecto desde un comienzo, involucrándose personalmente en sus espacios. Otro hecho fundamental en el resultado fue la elección de obras de arte, las que fueron escogidas especialmente para cada espacio.
Interiorismo: Daniela Quinzio de Estudio Quinzio
Iluminación: Katerina Jofré
Paisajismo: Josefina Valdés
Construcción: Cruzat Constructora.
