Ubicada en la ladera sur del cerro Manquehue, esta casa proyectada por Mauricio Lama de LKDM Arquitectos se posa entre vistas privilegiadas. Al norte, enmarca la cumbre del cerro desde el comedor; al suroriente, se abalcona sobre la ciudad y la cordillera de los Andes, abrazando la geografía desde una posición elevada y silenciosa y mirando los cientos de edificios de Vitacura y las Condes, «en un gesto de abalconamiento lineal a la ciudad», como relata Mauricio.

Hacia el norte, las vistas son directamente a la cumbre del Manquehue y están enmarcadas por la ventana cuadrada del comedor, uno de los hitos de esta casa.
“Queríamos desarrollar una vivienda que pusiera en valor la vista a la ciudad y al añoso jardín existente en el lugar”, cuenta el arquitecto. La casa preexistente, de estilo colonial, contaba con condiciones térmicas complejas debido a la sombra permanente que proyecta el cerro sobre ella, haciendo que los espacios fueran sombríos, que la temperatura interior fuera fría y que los muros tuvieran humedad arraigada en ellos. La nueva propuesta debía no solo conservar elementos de la casa, del terreno y el jardín, sino también resolver estos problemas con eficiencia.
Inspirados en la arquitectura de los años 60 de Vitacura, la reinterpretación contemporánea se trabajó con materiales nobles como acero, hormigón y madera. «El objetivo fue generar una casa que no irrumpiera en el entorno, sino que dialogara con él», dice Lama. Aleros al sur permiten enmarcar las vistas urbanas y perforaciones en la cubierta dejan pasar la luz norte, mientras que los espacios interiores se pensaron para conectar ambos niveles y permitir el ingreso de radiación solar en invierno.
La espacialidad interior fue clave para lograr eficiencia energética: se diseñó una conexión vertical entre los pisos que permitiera que la radiación solar capturada en el segundo nivel ingresara hasta el primero. Allí, la masa térmica de los muros, aislados por el exterior, acumula el calor ayudando a mantener una temperatura estable. Esta estrategia, propia del diseño solar pasivo, permitió transformar una vivienda húmeda y sombría en un espacio luminoso y cálido.
Además, la aislación continua permitió evitar puentes térmicos en las zonas más frías y, con ello, eliminar la condensación que anteriormente generaba gran humedad al interior. Así, la casa no solo mejora en términos de confort, sino que también reduce su consumo energético, ajustándose a estándares contemporáneos de eficiencia y sustentabilidad.
La propuesta se enfocó también en mantener las especies del jardín y evitar el impacto de la obra en el paisaje. “Nos interesaba que la casa se integrara sin imponerse, cuidando este delicado entorno natural”, explica.
«La casa buscó desde un inicio el oficio, tanto en exteriores como interiores. El enfoque fue jugar con las formas y espacios, pero ir más allá, incorporando en la ecuación los colores del entorno, las texturas y la luz», concluye Lama.
El proyecto contó con la colaboración de OP Iluminación, a cargo de Oriana Poncini, y el paisajismo de Piera Sartori, mientras que la construcción fue realizada por Constructora JBR.