Arquitectura

Esta casa en el Lago Rupanco se construyó sin talar un solo árbol

Emplazada en un claro natural, esta segunda vivienda se despliega entre avellanos mirando el lago desde una ladera sureña. Una obra donde la arquitectura se adapta al paisaje y no al revés.

En la ladera norte del Lago Rupanco, una segunda vivienda se posa con precisión sobre un claro en medio del bosque, logrando una arquitectura que dialoga con la naturaleza y que da sentido de pertenencia a una familia que buscaba reconectarse con el entorno.

La casa, proyectada por el arquitecto Ignacio Correa, se diseñó para una familia con cuatro hijos que buscaba habitar el bosque, mirar el lago y vivir el sur. El terreno, ubicado en una ladera de origen glaciar, ofrecía condiciones desafiantes: una topografía en altura y una densa concentración de olivillos que, sin embargo, abría tímidas ventanas hacia el agua y la cordillera.

“La casa nace del gesto de emplazarla exactamente en el único claro del terreno. Eso fue determinante para su arquitectura”, explica su arquitecto. Antes de proyectar, se levantó uno a uno cada árbol —su posición y dimensiones— para entender cómo intervenir el lugar sin alterar su esencia. El resultado fue una estructura que se extiende longitudinalmente sobre el borde sur del terreno, contrastando su horizontalidad con la altura del bosque.

Construida en madera dimensionada y madera laminada estructural a la vista, la vivienda busca integrarse visual y materialmente con su entorno. Cada recinto interior se vincula con la geografía: se orienta hacia el lago, se protege con vegetación nativa y aprovecha la luz del norte gracias a una cubierta que se eleva en esa dirección.

El programa se articula a través de una terraza cubierta que funciona como eje articulador entre las áreas comunes y los dormitorios. Desde allí se accede a un pequeño claro con vista a la desembocadura del río, uno de los rincones más especiales del lugar.

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 Sin diseñadores de interiores ni paisajistas involucrados, fueron los propios dueños —una pareja joven, muy conectada con la vida al aire libre— quienes se encargaron de la decoración. “Ese gesto les entrega un sentido de pertenencia, algo muy importante para ellos», concluye Correa.

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