Arquitectura

“Me imaginé un tronco caído”, dice el arquitecto de esta casa «mínima y cautelosa» en medio de un bosque

A orillas del Lago Ranco, en la Región de Los Lagos, esta casa proyectada por el arquitecto Juan Carlos Sabbagh se pensó siempre teniendo el mayor cuidado con la naturaleza que la rodea. Construir sin botar un árbol fue el desafío, y el resultado es sorprendente.

La primera vez que el arquitecto Juan Carlos Sabbagh (@jcsarquitectos) llegó a este terreno a orillas del Lago Ranco, entre Futrono y Llifén, le llamó mucho la atención el bosque. Los árboles nativos eran añosos y todos estaban en muy buen estado, no existía ninguna especie introducida. La naturaleza se encontraba en perfecta armonía”, explica el arquitecto.

Por eso, desde el primer momento existió la premisa de intervenir lo menos posible el lugar y no cortar ningún árbol. “Era impensado irrumpir sin cuidado. Por el contrario, no solo la arquitectura debía ser mínima y cautelosa, sino que el proceso constructivo también”, cuenta. 

En un terreno relativamente angosto y largo, encontró en medio del bosque una línea de espacio liberado de árboles de aproximadamente siete metros de ancho, que conectaba de forma longitudinal el terreno. “Esta línea además coincidía con las cotas de nivel de la pendiente, lo que permitía minimizar el movimiento de tierra y además dejaba su largo orientado al nororiente, ideal para recibir el máximo asoleamiento posible”, explica el arquitecto. 

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Los dueños de la casa necesitaban un espacio amplio y versátil, donde pudieran recibir tanto a sus hijos con sus familias, como a los amigos. Además, debía tener distintos espacios comunes para poder separar el uso simultáneo de las distintas generaciones que llegan al Lago Ranco, sobre todo en las vacaciones de verano.

Con esas características geográficas y el pedido de los dueños de casa, Juan Carlos cuenta que no le fue difícil imaginar el proyecto. “Me imaginé que el proyecto debía ser lineal. Esto permitía además conectar ambas situaciones: la intimidad del bosque en un extremo, con la fuga visual del paisaje lejano en el otro. Para poder respetar el lugar este volumen lineal debe mimetizarse en él: ojalá no se viera o  al menos conversara con las texturas y colores del lugar. Me imaginé entonces un tronco caído, como los que habitualmente hay en los bosques, árboles viejos que caen con los vientos y van a nutrir nuevamente el suelo”, cuenta. 

Diseñó un volumen simple, una barra con una sección de seis metros de ancho, a un agua, que se abre al norte para captar al máximo la luz del sol y para poder dar la altura suficiente para ver los árboles. La barra se apoya en dos volúmenes de hormigón, como si el tronco caído estuviera apoyado sobre dos grandes rocas.

Para que la casa realmente se mimetizara con el entorno, Juan Carlos optó por un recubrimiento de tejuelas de alerce al natural con una protección incolora, para que tome el clásico color gris de la madera de los árboles caídos. “Esto, en combinación con el vidrio que refleja el bosque, generó un volumen amigable que no contrasta con su entorno”, reflexiona Sabbagh.

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Como los dueños de casa querían que se pudiera usar para recibir a toda la familia, y también cuando van solos, el arquitecto la pensó para ser dividida en dos, de manera de tener la flexibilidad de usarla completa o por partes. “La casa distribuye su programa de forma lineal y en dos pisos. Los dormitorios de niños, invitados y estares más privados quedan hacia el poniente, inmersos en la intimidad del bosque, mientras que el dormitorio principal, living, comedor y cocina quedan en el extremo fugado y suspendido aprovechando las mejores vistas. Gracias a esto al recorrer la casa se percibe constantemente esta dualidad del bosque contenido y la amplitud del paisaje lejano”, cuenta.

El interiorismo estuvo a cargo de Trinidad Fernández Cox (@tfc_diseno), quien trabajó junto a Juan Carlos en la definición de cada espacio, “para que fuera coherente con el concepto y el proyecto de arquitectura”, como explica el arquitecto. La iluminación fue obra de Mónica Pérez Asociados y el paisajismo estuvo a cargo de la dueña de casa. 

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