Arquitectura

Una casa modular en Pucón que se adapta al bosque

Diseñada como segunda vivienda,esta casa de 53 m² combina estructura metálica, revestimientos de madera y un diseño flexible que se integra al paisaje del sur de Chile, con vistas privilegiadas al volcán Villarrica.

En una zona llamada Zanjón Seco, en una de las laderas del volcán Villarrica, se esconde esta casa diseñada como segunda vivienda dentro de una propiedad familiar. Rodeada por un bosque frondoso, la construcción se emplaza entre árboles nativos y suaves pendientes, en un punto exacto donde se cruzan el ecosistema altoandino y el bosque templado lluvioso. Desde ahí, entre  especies como el radal, el maqui, el hualle y el notro – los que forman un manto verde que cambia de tonalidades con las estaciones – la vista hacia el volcán es frontal, abierta e imponente.

El encargo fue claro: una casa pequeña, flexible, funcional y acogedora, ideal para ser habitada por dos personas, pero también capaz de recibir a más invitados sin perder comodidad. En palabras de Diego Baloian, arquitecto a cargo del proyecto, «la propuesta debía favorecer una espacialidad abierta e integrada, potenciando la sensación de amplitud y fortaleciendo las conexiones visuales entre el interior y el paisaje circundante. La intención era crear un entorno acogedor, propicio para el descanso y la interacción social, asegurando que, pese a tener una superficie acotada, la vivienda siempre se percibiera amplia y confortable.«

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El desafío no solo era espacial, sino también climático, ya que el diseño debía responder al clima templado húmedo de la zona, a sus inviernos fríos y veranos templados, garantizando comodidad y adaptabilidad durante todo el año.

La propuesta se diseñó a partir de una modulación base de 120 cm, lo que permitió optimizar materiales y dar coherencia al conjunto. El volumen de doble altura se organiza en torno a un espacio común en el primer piso y un dormitorio en el segundo. En el centro, un mesón articula cocina, comedor y estar en un solo gesto fluido, como una unidad continua y colaborativa. «Cada mobiliario fue diseñado a medida, no solo para cumplir con las funciones básicas de la vivienda, sino también para aportar versatilidad espacial, permitiendo adaptarse con facilidad a distintos usos y situaciones», cuenta el arquitecto.

Aunque tiene solo 53 m² interiores y 6 m² de terraza, la casa se siente más amplia. Las dobles alturas, las aperturas bien orientadas y las visuales cuidadas permiten que el bosque se sienta dentro de los espacios. «En el primer nivel, las aperturas de la casa enmarcan cuidadosamente la vista hacia el exterior, estableciendo un diálogo directo entre el interior y el bosque circundante. Una escalera suspendida mediante tensores metálicos resuelve el ascenso con una presencia ligera, y conduce al segundo nivel, donde un volumen en voladizo se proyecta en el remate del recorrido, abriendo una vista frontal hacia el volcán Villarrica», explica Diego.

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Desde lo constructivo, se optó por una estructura portante de acero, que asegura precisión y estabilidad. El arquitecto explica: «Esta estructura trabaja colaborativamente con un entramado secundario hecho en madera, permitiendo una modulación
eficiente, dando espacio a la aislación térmica y otorgando soporte a un al revestimiento interior de madera. Este revestimiento se despliega en pisos, muros y cielos, generando una atmósfera cálida, envolvente y coherente en toda la vivienda.»

Por fuera, el volumen se cubre con planchas metálicas de alta resistencia, elegidas por su durabilidad y excelente respuesta frente a las lluvias y nevadas de la zona. «Este material asegura impermeabilidad, baja mantención y una durabilidad probada frente a lluvias persistentes y nevadas ocasionales, conformando una piel exterior eficiente y perdurable en el tiempo«, agrega.

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Uno de los mayores desafíos fue lograr una construcción rápida y eficiente. Por eso, la estructura metálica se prefabricó en un taller y se trasladó por partes al sitio, donde se montó en tiempo récord. Mientras tanto, se avanzaba en la fabricación del mobiliario directamente en obra, lo que permitió acortar plazos sin perder detalle.

La decoración fue definida junto al mandante, en un proceso colaborativo que dio forma a una casa pensada para el descanso, la contemplación y el encuentro. Un refugio compacto, pero generoso, que se abre al paisaje y vive al ritmo del bosque.

 

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