NickWooster

Como el vino

Por su edad, muchos dirían que están pasados de moda, pero siguen marcando tendencia. Es más, actualmente se levantan como íconos y referentes para las generaciones jóvenes. Siempre vigentes y llevando un estilo como solo los años saben hacerlo.

NICK WOOSTER
El estilo está en la calle

Curioso sería toparse con un hombre de cincuenta años, de pelo y barba blanca, de brazos tatuados, pero impecablemente vestido. Es más, un hombre que podría marcar tendencia en vestuario masculino a nivel mundial. Scott Schuman, el conocido Sartorialist, fue el culpable de poner en el establishment del llamado street style a Nick Wooster, pero no digamos que Wooster es un recién aparecido.

Originario de una pequeña provincia de Kansas, la pasión por la moda y el estilo masculino siempre fueron una obsesión latente en su vida. Por décadas mantuvo un perfil secundario en este mundo, ya sea como espectador o como asesor en alguna producción, que le confirieron un refinado sentido crítico y agudo gusto. Fue en 2001 cuando se radicó en Manhattan y fundó Wooster Consultancy, una organización destinada a asesorar firmas consagradas en procesos creativos o de comercialización de productos. Cuando tus clientes son Thom Browne, MAC Cosmetics, Calvin Klein y Ralph Lauren, las cosas están lejos de ir por mal camino.

A medida que el boom del street style crecía –sumado al fenómeno de The Sartorialist, los documentales y toda esa fauna de blogs y tumblrs dedicados al estilo, la moda y a las celebridades del fashion– Nick Wooster se convirtió en un icono y referente de estilo masculino. Actualmente es el director de las áreas para hombres de Neiman Marcus y Bergdorf Goodman, pero en la calle lo vemos con trajes de corte perfecto, todos a medida, anteojos de sol –de preferencia marca Dita o Persol– y con singulares accesorios como humitas, colleras, suspensores, pasadores de corbata, pañuelos, y una mezcla que en su prototipo físico lucen perfectos.

Cuando se le pregunta por su estilo y qué es lo que todo el mundo ve de extraordinario en él, responde: “Me imagino que es porque estoy dispuesto a correr riesgos. Vestirse es realmente la única área de mi vida en la que puedo confesar que soy valiente. Puedo tener miedo de muchas cosas, pero a la hora de combinar ropas y colores no se me cruza ningún temor por mi cabeza. Hay que salir de la zona de confort y atreverse más”.

 

STELLA TENNANT
El rostro inevitable

Tiene 43 años, cuatro hijos, fue del grupo de las célebres top models durante la década de los 90 y podría confesar con toda soltura que ha sido una sobreviviente. Ese look andrógino y su rictus facial tan desprovisto de cualquier sonrisa han sido su marca registrada. En 2011 sorprendió a todos cuando fue premiada como la mejor modelo británica del año por los British Fashion Awards y hoy sigue participando en las más sonadas producciones editoriales, ya sea como rostro de marca o como modelo para revistas como Vogue, W o Interview.

Figura de Chanel, Dior y Burberry, ha pasado en los últimos años incluso por las vitrinas de Zara y H&M. Nacida en Escocia, pasó gran parte de su juventud en Inglaterra. De familia adinerada, incluso con parentescos dentro de la realeza británica, sus estudios se orientaron hacia las artes, específicamente al mundo de la escultura, lo que la llevó a ingresar a la Escuela de Artes de Winchester. Ahí conoció a un redactor de la Vogue británica, a los fotógrafos Bruce Weber y Steven Meisel, y el resto vendría relativamente fácil.

Una polémica por el uso de un piercing en la nariz en pleno año 1993 para una campaña de Versace, embarazos, firmas con Burberry, Louis Vuitton y Givenchy, más embarazos, ausencias… pero las casas de moda la seguían amando. Tanto como ahora, porque ese aspecto no se olvida fácil y sigue estando en todas partes, algo que no han logrado ni la Schiffer ni la Campbell. Y al paso que vamos, parece que tenemos Stella Tennant para rato.

 

AMANDA HARLECH
Musa a tiempo completo

¿Qué sería de Amanda Harlech sin Karl Lagerfeld? Muchos se preguntan qué hace además de respirar para Lagerfeld. Porque para todo el mundo es su musa y convengamos que ese adjetivo tiene mucho de evocador, pero también ninguna utilidad en la práctica. Digamos que por eso, Amanda ha sido víctima de muchos malos entendidos.

Y es que por los últimos quince años ha venido sentándose a la derecha del káiser y el diseñador no hace más que respirar su aire para crear otra maravillosa y muy comentada colección, que ha llegado a tener a nivel publicitario a la sin igual Tilda Swinton como rostro, otra que sería digna de ser reseñada en esta sección dedicada a los iconos maduros de la moda.

Pero estamos en Amanda, que en alguna ocasión dijo “la gente piensa que soy un estereotipo, un objeto privilegiado pero decorativo, y claro, según la tradición, las musas existen solo como utensilio para el artista, pero yo soy de las que se ensucia las manos”. Consultorías junto al diseñador John Galliano durante su primera década en la industria de la moda; luego vendrían Fendi, la marca de lujo Hogan, Macy’s y hasta Coca-Cola, antes de establecerse en Chanel y consolidarse como la mujer –simbólicamente– del káiser.

Quizás ella sea el epítome de la elegancia, incluso llevando una simple polera negra encima. Parte de su contrato en Chanel incluye una pieza a medida de cada colección haute couture que salga al mercado. Su vida la reparte entre París y su casa de campo en la frontera con Gales. Así y todo, Amanda Harlech está lejos del estereotipo de matriarca del mundo de la moda y siempre mantiene los pies en la tierra. En los talleres de Chanel nunca sabremos de histeria ni gritos. Ella pone la calma que Karl necesita. El estilo lo lleva de nacimiento.

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