Es la gran dame de la industria cosmetiquera, una de las primeras chilenas que trajo cremas y perfumes importados a nuestro país. Mujer de negocios y emprendedora a más no poder, Cecilia Renard es la cara detrás de Arbeau, laboratorio que creó hace 25 años y que hoy cuenta con la representación de 22 marcas, siendo La Prairie la más emblemática. “Fui de las primeras mujeres marketeras que hubo en Chile”, dice riéndose. Y tiene razón: estudió Marketing cuando nadie lo hacía e incluso se ganó una beca para perfeccionarse en Estados Unidos. Ahora acaba de ser nombrada Directora de la Cámara de Cosmética de Chile.
Pero esto no es todo en la vida de Cecilia. Casada hace 47 años, cuenta que su marido es su hincha número uno. “Somos muy buenos partners y lo pasamos regio juntos. Él me ha impulsado a cumplir todos mis sueños”. Además, es mamá de tres hijos y abuela de seis nietos, por los que se desvive al máximo. “Me siento muy afortunada, he hecho todo lo que he querido en la vida. Trabajar, viajar por diferentes partes del mundo, conocer museos y disfrutar de mi familia y de mis grandes amigas”.
“Los zapatos para mí son cosa seria, una obsesión. Cada vez que voy a Estados Unidos, París o Madrid me compro un par. Curiosamente encuentro que ahí son mejores que en Italia. Las marcas que me fascinan son Chanel, François Pint y Mascaró, entre otras.
“Mis amigas me dicen que soy famosa por poner las mesas bonitas. Tengo juegos de loza para todos los momentos, aunque me da vergüenza decir cuántos son. El fucsia es Limoges y lo mandamos a hacer especialmente en París, El de hojas lo uso para la terraza, El negro es Villeroy & Boch y el con flores está pintado a mano con láminas de oro”.
“A mi marido le digo que es un walking enciclopedia, porque sabe muchísimo. Gracias a él me he convertido en una asidua a los museos. Cada vez que visitamos uno compramos un libro, sobre todo de pintores impresionistas y flamencos”.
“Siempre me ha gustado cocinar. Aprendí de chica, porque mi mamá nos obligaba a saber cómo se hacían las cosas. Tengo muchos libros de diferentes países y también estoy suscrita a las revistas Bon Appetit y Gourmet”.
“Esta colección la he ido juntando a través de los años. Son reproducciones de esculturas griegas y romanas que he comprado en el Metropolitan”.
“Me encantan los chocolates de Damien Mercier, sobre todo las naranjitas cubiertas de chocolate. No puedo sentarme a leer sin estar comiéndome una”.
“Este samovar de plata ruso lo compré en un anticuario en Nueva York. Es del siglo XVII y me lo regaló mi marido porque cuando lo vi me gustó mucho”.
“Tengo una colección de caballos que empecé hace unos 12 años. Los he comprado en distintos viajes, la mayoría en anticuarios y en museos como el Metropolitan y el Prado. Son alrededor de 28 en total, algunos de bronce y loza”.
“Uso muchos perfumes, siempre me los estoy cambiando. Este es de La Prairie y se llama Life Threads Sapphire”.
“Esta escultura oriental la compré en una tienda de antigüedades en Chile. La fui a ver tres veces y a la cuarta me la llevé. La tengo hace unos 40 años y me dijeron que era del siglo XVI o XVII”.
“Como soy la representante en Chile de La Prairie uso todos sus productos. La línea que más me gusta es la de caviar y también la anti-age”.
“Mi máximo hobby es la jardinería y en mi casa de Rapel practico todo lo que he aprendido gracias a mis libros. Tengo cerca de 4 mil rosas de diferentes variedades y también peonías. Es un terreno de unos 16 mil metros cuadrados”.
“Mi marido siempre me regala collares, gracias a él he formado otra gran colección. El rojo y el verde son de Oriente; el del pájaro es de Daniel Swarovski, igual que el de perlas y cristales, que es una pieza numerada, hay sólo cinco en el mundo, y el de piedras naranjas y turquesas lo usan las novias tibetanas y es de un anticuario en París”.
“Este cuadro lo heredé de mi papá, es de la escuela holandesa y lo tengo en el living de mi departamento”.
