Son casi veinte años los que este diseñador chileno lleva viviendo en París. A esa ciudad llegó siendo muy joven para estudiar en L’Ecole de la Chambre Syndicale, después de haberse licenciado como diseñador de moda en Chile. Su llegada a Francia era recién la primera parte de su plan. Lo que venía no era fácil, ya que debía competir con miles de jóvenes diseñadores que soñaban con convertirse en uno de los grandes. Pero su talento fue suficiente para empezar a abrir distintas puertas y fue así como en 1996 asistió al diseñador francés Jean-Louis Scherrer y un año más tarde fue nombrado director creativo de Jacques Fath. Ahí estuvo cerca de cinco años, donde se hizo cargo de las colecciones ready to wear y el desarrollo de las líneas de accesorios de esta casa de moda francesa. En el 2002 vino un nuevo cambio para Octavio cuando fue invitado a formar parte de Guy Laroche. No pasó mucho tiempo antes de que se diera cuenta que era el momento de dejar de diseñar para otros y lanzar su propia marca, que reflejara bien quién es Octavio Pizarro.
Si bien mantuvo todo lo aprendido en Francia, decidió volver a mirar hacia sus orígenes, hacia estas latitudes. Según cuenta el diseñador, son sus raíces latinoamericanas las que se han convertido en su principal fuente de inspiración y lo que diferencia su trabajo. No sólo toma técnicas ancestrales para resucitarlas, sino que además usa materiales típicos de esta zona como la alpaca. Todo en perfecto equilibrio con la tecnología francesa y su know-how.
Desde entonces, el viñamarino se ha consolidado como uno de los diseñadores más importantes de nuestro país y uno de los que mejor ha sabido conquistar a un público tan exigente como el francés. Y es por este motivo que forma parte de este ranking. Durante el año 2013, Pizarro exhibió una de sus creaciones en pleno Palais Royal, como parte de una muestra al aire libre que buscaba presentar a las nuevas caras de la moda francesa… y Octavio era el único latinoamericano. En esa ocasión presentó una chaqueta de jacquard tejida industrialmente en blanco, negro y gris verdoso junto a un pantalón de patchwork de cuero con gamuza. Según cuenta el diseñador, todo tenía un aire al new look de Dior de los años 50. Obviamente su elección no fue al azar. Hacía tiempo que los organizadores le venían siguiendo los pasos y fue su colección prêt-à-porter otoño-invierno 2013 la que los convenció. Además, debía cumplir con el exigente requisito de vivir en París y que por lo menos un 50% de la muestra haya sido fabricada en Francia.
Obviamente la máquina no paró con este hito. Todo lo contrario, debía pensar en cómo seguir sorprendiendo a sus clientes y a la crítica internacional. Y así lo hizo con su última colección presentada durante la Semana de la Moda de París. Por tercera vez consecutiva la Fédération Française de la Couture lo eligió para que expusiera en el showroom Designers Apartment.
Según cuenta el diseñador, esta nueva línea es una continuación de lo presentado en su colección de verano, donde el grafismo fue un aspecto importante en su creación. De inspiración orgánica, el hielo y la erosión de la tierra fueron el punto de partida para hacer los estampados y el trabajo de los vestidos de punto. Estos tomaron más protagonismo que en otras temporadas. Además se vio cierta referencia a imágenes latinoamericanas en sweaters, bufandas, cardigans y gillets hechos de alpaca con terminaciones de cuero, en contraste con polleras de seda. “Una mezcla perfecta de mis dos mundos”, comenta. Aunque el negro se ha convertido en el color predilecto de este diseñador, para su última presentación agregó algunos grises con toques de blanco, además de incluir el burdeos como nuevo invitado. Como él dice, es en definitiva una colección un poco más city y menos cocktail que otras temporadas. Hay que esperar a ver con qué nos vuelve a sorprender.