Teodoro Fernández Revista ED

Arquitectura y Diseño

Teodoro Fernández

Con 40 años de trayectoria, el arquitecto Teodoro Fernández ha mantenido a través del tiempo un fuerte impulso por insertar su obra en el paisaje urbano, dando una mirada general y no sesgada de las problemáticas, y un mejor habitar. La Estación Mapocho, la Quinta Normal, el Parque Bicentenario y otras más desconocidas, como la Viña Emiliana –con sus corredores ecológicos–, el Edificio Onemi, o el recién inaugurado parque Kaukari –que recupera el borde seco del río Copiapó– son algunas de ellas.

¿Cómo enfrenta los proyectos?

La arquitectura debe ser una disciplina generalista y no especialista. Lo que buscamos es una respuesta que no sea inequívoca, banal ni básica a cada uno de los problemas, con una mirada total y pensar que el diseño y la forma pueden comunicar algo para que esta ciudad y para que el mundo que habitamos sea mejor.

De sus obras, ¿cuáles son sus favoritas?

La Estación Mapocho (1992) aunaba la esperanza de un país democrático y la posibilidad que como arquitectos participáramos en el desarrollo del país. Reunió elementos que dos décadas después concentraría la remodelación de la Quinta Normal (2010), la preocupación de lo patrimonial, lo público y la cultura, lo que hacían pensar en el desarrollo de una sociedad mejor. No era un proyecto parafernálico, sino elemental en la restauración.

La biblioteca de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica (1996) inauguró lo que está de moda ahora, un edificio subterráneo, que no tiene fachada.

La Capilla de San Joaquín (1997) fue la primera inversión de la Universidad Católica en el Campus, cuando por fin creyó en él.
Y el Parque Bicentenario (2007) puso a Vitacura en su paisaje, y la gente descubrió ese lugar de cerros y de vida al aire libre bastante excepcional. El Bicentenario, sin duda, puso de moda a los parques.

¿Cuál es la deuda en la arquitectura de paisaje en Santiago?

David Assael, de Plataforma Arquitectura, decía que en general los santiaguinos tenemos la peor idea de lo que Santiago es. Concuerdo. Hay cosas notables. El cerro Santa Lucía, la Quinta Normal, el San Cristóbal o el Eje Bulnes son un buen signo, en otros en cambio, no nos ha ido tan bien. El proyecto de la Norte Sur, por ejemplo, ha traído más problemas que soluciones a la ciudad. Esto pasa cuando los proyectos son unívocos, sirven para una sola cosa. Hasta el año pasado trabajamos en el Parque de la Ciudadanía en el Estadio Nacional tratando de transformarlo en un parque para todos, no sólo para el fútbol. No lo hemos logrado. Está pendiente.

¿Obra versus ciudad? ¿Ciudad versus obra?

Las obras públicas deben tener cierta presencia o dignidad de lo público que debe enaltecerse, eso incluye los paseos y hasta las calles. Es distinto esta alameda burguesa del siglo XIX con todos los palacios de las familias mineras, que lo que se está dando ahora, una especie de autopista del Transantiago. En la Estación Mapocho sí se logró.

¿Cuál es la obra que le falta por hacer?

En Santiago se discute hace mucho tiempo la vía Cota Mil, la de la precordillera, una autopista para que un auto vaya desde La Dehesa hasta Puente Alto. Creo que si pudiese desarrollarse como un balcón a la ciudad, como entrada a la cordillera, no como una calle de automóviles, sino como un paseo, como las antiguas fortalezas, no sólo sería bonito, sino una gran terraza a Santiago. En ese sentido, en Santiago todavía no hemos inventado una calle buena.

  • Cubiertas de las canchas de tenis del estadio español.

  • "Desde que tengo recuerdos siempre quise ser arquitecto. Siempre me gustó hacer cosas con las manos. Con mi hermano gemelo, hoy ingeniero hidráulico, jugábamos a construir ciudades".

  • Para el MOPTT de La Serena propuso un edificio que se abre a su entorno, al valle y al mar, y que remata en una plaza-terraza.

  • Edificio MOPTT de La Serena.

  • La remodelación de la Quinta Normal, proyecto bicentenario, logra que el usuario tenga un desplazamiento eficiente y diverso.

  • En la Estación Mapocho (1991) –proyectada en conjunto con Montserrat Palmer, Ramón López y Rodrigo Pérez de Arce–, se revaloró la obra original y se apostó a cerrar la nave y hacer tal vez la ventana más grande en Chile, una ventana que tiene 40 x 30 metros.

  • En el interior del edificio Moneda Bicentenario (2011) generó diversos vacíos que se relacionan entre sí y con las fachadas exteriores a modo de que penetre la luz natural.

  • El Fine Arts Academy Complex –Nido de Águilas– es un teatro para 800 personas. "No hay en ningún conservatorio en Santiago de esa calidad”, dice.

  • El recién inaugurado Kaukari. "Cuando comenzamos a hacer parques, no eran un tema de discusión ni de diseño arquitectónico", añade.

  • En gran parte de sus obras, la luz natural se convierte en un elemento protagónico. Lucarnas, fenestraciones, espacios vacios versus llenos, y el uso de celosias y aleros, suelen verse en su arquitectura. En la foto, capilla del cinerario del Cementerio católico (2006).

  • El parque de la ciudadanía en el Estadio Nacional.

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