Diseño

Trinidad Guzmán, encargada área de diseño del Mincap: “Ahora hay una identidad del diseño chileno que antes no había”

Trinidad Guzmán, coordinadora del Área de Diseño y Servicios Creativos del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, repasa cómo los últimos años la disciplina chilena salió de los márgenes tradicionales, instalándose como herramienta para organizar la vida común.

 

Como cada año, por estos días Trinidad Guzmán —gestora cultural y coordinadora del Área de Diseño y Servicios Creativos del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio (Mincap)— vive su temporada laboral más intensa. Desde hace 15 años, noviembre trae la celebración del Mes del Diseño, plataforma pública que convoca a universidades, gremios, museos, estudios y servicios del Estado en exposiciones, talleres y charlas gratuitas para mostrar cómo el diseño impacta la vida cotidiana y abre conversaciones entre disciplinas.

El diseño está en todo: en lo que vestimos, en lo que usamos, en lo que vemos, en las decisiones que tomamos. Desde que me levanto diseño mi día: planifico en torno a mis necesidades”, dice Guzmán, quien está desde la primera piedra del área que hoy dirige. Entró en 2011, con el equipo recién armándose, como encargada de gestión y producción y en 2017 asumió como coordinadora. Desde entonces, el sello de su liderazgo ha estado en posicionar el diseño, tejer comunidad y alianzas y expandirlo en colaboración con otras áreas. “Nuestro trabajo es integrar el diseño al ecosistema de la economía creativa y abrir su práctica a otros campos de interés público —vivienda, transporte, salud—. La idea es poner el diseño en el núcleo y extenderlo de forma transversal”, dice Guzmán. Un ejemplo es el diseño de servicios: enfoque que crea y mejora servicios considerando a la vez la experiencia de las personas y la eficiencia operativa —no solo la interfaz visible, sino también interacciones, herramientas y procesos que los sostienen—. “Cuando partí en 2011, explicar qué era diseño de servicio era un desafío; nadie entendía esto de poner al usuario en el centro”.

Exposición en «Uso Común / Poco Común» en MUT, 2025.

Para Guzmán, el Mes del Diseño es mucho más que una agenda de actividades: es una plataforma de unión y visibilidad para una comunidad que suele trabajar de manera dispersa. “Es una instancia que genera cohesión, las ganas de trabajar juntos por seguir difundiendo y posicionando el diseño”, dice. Durante noviembre, escuelas, gremios, instituciones públicas y estudios privados se reconocen entre sí, se vinculan y muestran su trabajo a la ciudadanía. “Es un espacio para juntarnos, reconectarnos y mostrarle a la ciudadanía que estamos juntos y disponibles para lo que se necesita”. 

Desde el área, han insistido en algo básico: enseñar que el diseño está en todo y mostrar su rol social. “Muchas cosas de las que usamos hoy fueron desarrolladas por diseñadores y están en nuestro inconsciente colectivo”, dice Guzmán. Habla de esos afiches setenteros, de logos que cualquiera reconoce, de muebles y vajillas que se repiten en las casas: diseño nacional que es parte de nuestra identidad como país.

Bienal de tipografía, 2018.

Quince años de expansión

Al frente de su área, le ha tocado ver en primera fila la transformación del rubro. “El diseño salió de sus márgenes tradicionales”, dice. La calle lo evidenció con el estallido, cuando “se transformó en una herramienta de comunicación de lo que estaba pasando”: desde las proyecciones lumínicas de Delight Lab hasta los collages del artista Caiozzama en los muros del centro de Santiago, “generando un ambiente que mostraba el sentir ciudadano”.

Según Trinidad, la pandemia terminó de acelerar esta transformación: interfaces, flujos y servicios se rearmaron sobre la marcha. “Hoy se asume como un método para ordenar la vida común, desde cómo esperamos una atención de salud hasta cómo nos orientamos en el transporte o resolvemos un trámite público”.

Exposición «Cómo diseñar una revolución», 2023.

El cambio también fue interno. “Los diseñadores entendieron que no sacaban nada con mirarse entre ellos; había que salir y trabajar con ingenieros, sociólogos, antropólogos, científicos”. La práctica se volvió más colaborativa y holística: observar territorio y materiales, prototipar, iterar, medir impacto. 

Identidad del diseño nacional

Otra evolución de estos años tiene que ver con la identidad material del diseño chileno. “Nos nombraron los finlandeses de Sudamérica porque tenemos algo que ellos no: materias primas. El sello chileno tiene que ver con la materialidad”, dice Guzmán. Esa conciencia abrió la puerta a experimentos con lo que ofrece el territorio. “Con la madera y también con fibras, preguntándose qué fibra, de qué origen y cómo trabajaban los artesanos”, explica. El resultado ha sido una reconexión con la geografía y la cultura; menos mirar afuera y más crear desde aquí. “Ahora hay una identidad del diseño chileno que antes no había”.

También cambiaron quiénes ocupan la escena. “Cuando llegué, la presencia femenina no estaba instalada; hoy es protagónica”, afirma. Hoy vemos mujeres liderando escuelas y estudios, ganando fondos y bienales, y marcando agenda en biomateriales y moda sustentable. Nombres que se repiten en convocatorias y exhibiciones internacionales —desde la Bienal de Londres a circuitos locales—, y que antes, en 2011, simplemente no estaban en el mapa. Para Guzmán, relevar ese giro es importante: no es una excepción, es una presencia instalada que empuja el campo completo.

Estación de trabajo editorial, 2018.

Mientras el Mes del Diseño y el área cumplen 15 años, Trinidad mira los próximos quince con una idea fija: instalar el diseño como herramienta de transformación social. “Que se considere desde el inicio de los procesos públicos —no como el ‘logo’ al final—, desde una política pública hasta una malla curricular. El diseño es fundamental porque soluciona problemas y mejora la vida de las personas”, dice. Y agrega: «hay diseñadores que crearon herramientas para detectar el cáncer mamario, otros que elaboraron sensores para ayudar a que los niños que nacen prematuros tengan una conexión con su madre, así de importante es la labor”. Anhela ver a diseñadores en espacios de decisión —en comités médicos, en educación, en política— y “que el diseño deje de estar relegado y pase a liderar proyectos. Es un sueño, pero en quince años yo creo que se logra”. 

 

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