Pilar Maturana: siempre mirando con los ojos bien abiertos
Si bien desde niña tuvo afinidad con las expresiones artísticas, el primer acercamiento de Pilar Maturana a la cerámica fue mientras estudiaba Licenciatura en Artes Plásticas, en donde experimentó con la arcilla. Años más tarde, mientras se dedicaba al paisajismo – su segunda carrera – tomó clases de cerámica en el taller de Ruth Krauskoph, reencontrándose con el uso de sus manos para crear en arcilla.
«Ahí encontré una mirada contemporánea de la cerámica y tuve la libertad de explorar y encontrar mi lenguaje propio para poder expresarme en esta área. Después de un tiempo me fui dando cuenta de que las manifestaciones de la naturaleza se podían plasmar en esculturas, lo que me permite conjugar estas dos áreas que me apasionan», cuenta. Hoy, ofrece clases en su propio taller, y además es miembro de la Academia Internacional de Cerámica IAC y de la Fundación Homo Faber.
Para Pilar, la inspiración viene directamente de la naturaleza, y le da vida a sus obras a través de la observación y exploración de los procesos vitales de los seres vivos, desde su gestación hasta su muerte. Ilustraciones botánicas, herbarios antiguos y modernos, fotografías micro y macro de plantas, polen y hongos, van creando un imaginario para crear.
«En este imaginario botánico y sus ciclos, quiero, sutilmente, explorar la relación de ellos con los procesos internos o mentales de los seres humanos. Espero que las obras sugieran una metáfora de los cambios más íntimos de las personas, mediante las mutaciones de la naturaleza, como una imagen del alma. Una, como artista, está siempre mirando con los ojos bien abiertos. Todo suma, ya sea algo obvio y cotidiano, o algo más especial o particular», explica.
Su trabajo evidencia una preocupación especial por la forma y el volumen, donde a menudo aparecen formas biomórficas. «Para mi es muy importante el respeto por los tiempos y procesos por lo que pasa la arcilla y por el cuidado y dedicación en las terminaciones. Necesito estar siempre con un espíritu de ir avanzando y explorando nuevos caminos, en buscar nuevas temáticas y ser bien variada o creativa en mi trabajo.
Para ver su obra, se le puede contactar en su Instagram, en su sitio web o través del email maturanapilar1@gmail.com.
Andrea Arrivillaga: poesía con las manos
Andrea no solo es ceramista, también es poeta. Y su poesía se evidencia en su trabajo, dejando que la cerámica gres fluya y que cada pieza tome la forma que, orgánicamente, le corresponde.
Su interés por el arte y la literatura se manifestó a temprana edad, llevándola de vuelta a Santiago a los 19 años, para estudiar arte en el Instituto de Arte Contemporáneo y fotografía en la Universidad Católica de Chile.
Sus obras se pueden ver en el Instagram @andrea.arrivillaga y se le puede contactar en andreaarrivillaga@gmail.com.
Josefa Ballacey: piezas para conectar con la memoria
En 2017, mientras estudiaba en la universidad, la diseñadora Josefa Ballacey tuvo su primer encuentro con la cerámica. Fue su mamá quién la invitó a tomar clases una vez por semana – las que se extendieron hasta 2022 -, sin sospechar que esa invitación terminaría moldeando su futuro.
Con la llegada de la pandemia – y mientras hacía su proyecto de título – se encontró un inesperado tiempo libre, el que aprovechó para trabajar en su proyecto, enfocándose en nuevas ideas, formas y terminaciones para plasmar en sus creaciones. Fue un tiempo de experimentación en el que pudo desarrollar un estilo propio, que, explica, «ha seguido mutando con el tiempo».
En un comienzo, hacía piezas funcionales: tazas, platos y vasos. También pequeños altares que decoraba con conchitas, piedras, o lo que encontrara. Pero como ella dice, los motivos de sus piezas fueron mutando, y hoy se enfoca en miniaturas que arrasan en las ferias de diseño en las que participa. Las sillas de diseñador son una de las últimas incorporaciones a su catálogo, las que comenzaron llegando por encargo y que significaron un gran desafío para ella.
La inspiración le llega desde la cotidianeidad de la ciudad: muebles, animales, plantas, la naturaleza, objetos que se pueden encontrar en una casa – y en la simplicidad del día a día – y que hoy, son la base de sus creaciones. Con sus piezas, se pueden incluso armar pequeños mundos capaces de remitirnos a la infancia, en un logrado intento por recrear ambientes cálidos y llenos de vida. «Busco que mi trabajo conecte con la memoria, lo cotidiano y el niño interior de quienes lo ven, tal como me pasa a mí al crearlo. Son juguetes para grandes – y, por qué no, para chicos -, es un imaginario que viene mucho de mis recuerdos de infancia combinados con mis intereses actuales, el diseño, arte y la decoración», cuenta.
Su trabajo es realizado a través de un proceso lento, cuidado y con el foco puesto en los detalles – y, por supuesto, todo hecho a mano por ella – y se puede ver en su Instagram @josefaballacey.
Neida Zambrano: de lo irregular y lo imperfecto
«Vengo de una familia de ceramistas, y desde muy pequeña tuve la dicha de crecer entre moldes, herramientas, hornos y el aroma del barro húmedo en el taller de mi abuela. Aquellas primeras experiencias marcaron profundamente mi vínculo con la cerámica, aunque durante un tiempo tomé otros caminos, hace aproximadamente unos seis años, volví a reencontrarme con este oficio maravilloso». Desde entonces, Neida Zambrano se encuentra inmersa en un proceso constante de aprendizaje y exploración.
En su caso, la inspiración viene de la conexión con la tierra y lo imperfecto. «Lo que fluye sin medidas exactas me lleva a crear piezas que, como la vida, no buscan la simetría, sino la honestidad en su forma. Disfruto explorar lo irregular, lo orgánico, lo que nace de manera intuitiva, casi sin pensarlo demasiado.»
A Neida también le inspira la calma de las formas simples, la suavidad de los colores neutros, y «esa magia que ocurre cuando una pieza hecha a mano logra emocionar a quien la sostiene.» Y, aunque también trabaja con porcelana, la mayoría de sus piezas están hechas en gres. «Me interesa demostrar que este material, puede adquirir la misma sutileza y fineza que la porcelana cuando se trabaja con intención. Mis piezas son delgadas, ligeras y marcadas por una irregularidad intencional que revela el proceso artesanal.»
Cada una de sus piezas es realmente es única, hecho a mano, y pensada para transmitir autenticidad, equilibrio y una estética atemporal, y se pueden adquirir en su sitio web y en su Instagram @leblum_ceramica.
Cristián San Martín: geometría y colores
Sus inicios en el trabajo manual fueron con la porcelana, material al que se acercó durante la pandemia. Después de un tiempo, hizo la transición a la cerámica, creando composiciones disruptivas y con un estilo inusual.
«Mis composiciones construyen escenas a escala combinando formas relacionadas con el paisaje y el sol. Son figuras geométricas, frutas y hojas sobre volúmenes que aluden a un altar o bases irregulares que simulan jardínes. Así, creo un imaginario surrealista y ecléctico inspirado en el postmodernismo, en lo japonés y en el diseño italiano de los 90″.
Para Cristián, su sello es el uso del color con una paleta y lenguaje de formas definida, haciendo recurrentes en su trabajo elementos como la geometría, la naturaleza y los colores primarios.
Sus obras se pueden comprar a través de su Instagram @_csanmartin y en la Galeria Biophilia en GAM.
