Max Cummins fue el encargado de darle nueva vida a este refugio en la montaña

Los dueños de casa quisieron darle a este departamento en La Parva un toque más de montaña. Para eso le pidieron a Max Cummins que lo rehiciera por dentro. El resultado es un espacio íntimo en que la chimenea es el centro de la casa.

Está frente a la pista del Manzanito. Es uno de los exquisitos departamentos de un edificio que los arquitectos Alfredo Fernández y Matías González proyectaron en La Parva. Y los dueños de casa, expertos esquiadores, quisieron remodelarlo hace dos años. “Queríamos darle un toque más de montaña, un solo ambiente, con todo incorporado”, cuentan. La familia tiene tres hijos: de 17, 15 y 13 años y todos son esquiadores desde chicos y entrenan en La Parva.

Este es su refugio desde que empieza la temporada hasta finales de agosto. “Queríamos que los espacios comunes fueran lo más ricos posible y giraran en torno a la chimenea como centro. Para eso le restamos espacio a las habitaciones y las dejamos como dormideros”. Eligieron a Max Cummins para darle una nueva vida al interior del refugio, él trabajó con maderas antiguas que recicló de barriles de vinos. “A pesar de que era un departamento nuevo, queríamos algo muy acogedor”, explica la dueña de casa.

En uno de los pilares estructurales, Max puso un espejo ahumado que refleja las maderas con las que recubrió el interior y así queda incorporado al resto del interior. De ahí mismo sale un tronco que funciona como mesa de comedor, junto al living, donde hay sillones nada de estirados, perfectos para ver películas o descansar después de intensos días de esquí. “Lo que más nos gusta es cuando nos juntamos todos en el living a jugar ajedrez o cacho. Mi marido y mi hijo mayor tienen las guerras mundiales de ajedrez, mientras que el cacho genera una cosa familiar muy rica”, cuenta la dueña de casa.

El departamento tiene una terraza donde además hacen asados, un dormitorio principal, otro para hombres y un tercero para niñitas, cada uno con su baño, además de una pieza de servicio. “La idea es que sea fácil de mantener. Las camas en los dormideros tienen cubreplumones para que cada niño haga su cama”. Es el lugar perfecto para pasar una temporada en la nieve. No sólo para los dueños de casa, sino que también para Diana, una Boyero de Berna de 4 años que se pasa todo el día jugando en la nieve y que en la tarde llega a echarse frente a la chimenea.

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