Campestre

La Casona Reina Sur en colina, de Juan Pablo Johnson, es de esos lugares difíciles de descifrar. Sus muros y corredores de fuertes raíces chilenas contrastan con objetos traídos de países tan diferentes como México, Marruecos y Grecia. Es este lugar el que ha definido el estilo de uno de los banqueteros de mas larga trayectoria de Santiago. Han pasado 15 años desde que la fotografiamos por primera vez y reina sur ha evolucionado. Pero si hay algo que no ha cambiado, es su mística.

 

Cuando Juan Pablo Johnson no está a full en temporada de matrimonios, le gusta viajar. Cada año va de vacaciones a Antíparos, una isla chica en Grecia. Allá visita a unos amigos y se aleja del ajetreo que significa tener dos o más matrimonios por fin de semana. De sus viajes, y a través del tiempo, ha ido recolectando cosas que hoy se unen en una armonía ecléctica en su casa en Colina. Sofás de colores llamativos, platos griegos, alfombras marroquíes, tapices de la India y bordados mexicanos contrastan enérgicamente con el estilo propio de una típica casa colonial chilena.

En la revista, retratamos la Casona Reina Sur en sus inicios, tiempo después de que el banquetero la comprara para empezar a hacer los matrimonios que lo han hecho famoso. En ese entonces fueron publicadas un par de fotos del jardín y algo del living, cuenta Juan Pablo. Cerca de 15 años después –y a pesar de su evolución– todavía se respiran esos aires del campo antiguo en sus corredores de baldosas blancas y negras y muros de adobe agrietados que delatan el paso del tiempo. Es el campo lo que define a Juan Pablo; se crió en él y lo ha adoptado como sello para su trabajo.

Cuando llegó a Colina, la casona de más de 200 años estaba abandonada. Con 2.000 metros cuadrados de construcción y cuatro hectáreas y media de terreno, tenía una tarea gigantesca por delante. La fue armando de a poco. Donde ahora está el living y comedor –que originalmente eran tres piezas– primero tenía la cocina para los eventos. Una vez que construyó una nueva cocina y baños para los invitados, se “apoderó” del lugar. Su pieza siempre ha sido la misma. Puso la cama en el centro y detrás de ella un ángel que sacó de la capilla de la casa. Una chimenea le da calor en las noches de invierno. El banquetero vive la mitad de la semana acá, la otra mitad la pasa en la casona de Bustamante en la que también hace matrimonios. En otra de las alas, puso la cocina donde tiene su bar, comedor de diario y un living. Cruzando puertas se llega al living y comedor principal. Los sofás mezclan colores explosivos y texturas, de las paredes cuelgan diferentes platos y alfombras, la mesa de campo tiene una colección de jarros chinos y al fondo de ella, Juan Pablo colgó una pintura que fue el cielo de una casa antigua del centro de Santiago. Muchas velas y también el verde de las plantas completan un ambiente de constante estímulo a la vista.

Pero su gran devoción es el jardín. A éste le ha dedicado la mayor parte del tiempo y es de lo que más se siente orgulloso. Con las estaciones del año, los colores van cambiando y es en noviembre cuando a Juan Pablo más le gusta. “Ves primavera pero no está todo explotado, está más verde”. Además del jardín, el banquetero tiene una huerta de donde saca varias verduras como tomates y alcachofas, un invernadero donde crecen sus propias plantas y un patio central con grandes árboles y una colección de más de 150 tinajas vineras y trigueras que ha ido juntando con los años.

Es difícil describir la Casona Reina Sur y ponerla en alguna categoría. Primero, porque es enorme; segundo, porque hay dos perspectivas de ella, una es la de los matrimonios que hace honor al campo chileno, y otra más íntima, llena de colores, de texturas de diferentes países y donde Juan Pablo recibe a sus amigos más cercanos. Hay pocas palabras que calzarían. Lo cierto es que el lugar ha sido parte importante de su fórmula para el éxito: “Yo creo que esta casa me hizo encasillarme un poco. A lo mejor no soy del gusto de todos, pero tengo un estilo bien marcado. Aunque no esté de moda, sigo siendo campestre. No tengo vuelta que darle”.

 

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