Hay proyectos de interiorismo que van más allá de renovar un espacio. Este, liderado por la interiorista Vicky Cha, propuso algo más profundo: transformar un departamento completo en una experiencia sensorial, casi espiritual.
Lo que este encargo buscaba era crear una atmósfera que transmitiera calma y contemplación, como un templo contemporáneo. Y esa sensación se pudo construir gracias a los materiales nobles, luz tenue y una espacialidad ordenada, redefiniendo la forma de relacionarse con el espacio. «La intervención no solo reorganiza el programa, sino que propone un refugio interior donde cada rincón invita al silencio, la introspección y el bienestar, elevando el hogar a un lugar sagrado dentro de la vida cotidiana». afirma Vicky Cha.
El proyecto se abordó a partir de un par de requisitos. «Desde un inicio se definió la importancia de trabajar con materiales nobles y una paleta sobria, que transmitieran serenidad y un carácter casi contemplativo. También fue fundamental incorporar texturas naturales, como maderas y piedras, que reforzaran la atmósfera templada que buscábamos para el espacio», explica la interiorista. Esta decisión configuró un lenguaje que fue guiando el proyecto como un hilo conductor, asegurando coherencia en cada ambiente. La zona social, que reúne el estar, comedor y cocina, se definió como el gran protagonista: un espacio abierto que concentra la atmósfera templada que guía todo el proyecto. Las proporciones, la luz y las materialidades fueron cuidadosamente trabajadas para que este núcleo funcionara como un punto de calma.




En la decoración – y buscando una identidad serena y sensorial – se privilegiaron materiales táctiles y cálidos: madera natural, piedra sintetizada, granos en revestimientos, estuco para muros continuos y una selección de textiles que aportan suavidad sin estridencias.
Lograr esta atmósfera introspectiva dentro de los límites de una planta preexistente fue uno de los desafíos: sin mover muros ni intervenir la arquitectura, se pudo reinterpretar el espacio a través de decisiones precisas: circulaciones claras, mobiliario a medida, texturas honestas y una iluminación que define la emocionalidad del lugar. Para la interiorista, «conseguir ese nivel de coherencia y calma dentro de los límites de una planta fija fue, sin duda, el reto más importante del proyecto».


El sello de Vicky Cha se reconoce en cada detalle. Sus proyectos buscan construir espacios equilibrados, con una estética depurada donde la luz natural y los materiales nobles trabajan de manera discreta pero potente. Lugares que funcionan como refugios contemporáneos: introspectivos, serenos y atemporales.


Su inspiración proviene de las atmósferas calmas – la luz filtrada, los materiales que envejecen con dignidad, los rituales cotidianos – y de referencias que cruzan la naturaleza, el arte y el diseño depurado. Esa influencia se percibe en este proyecto, donde cada ambiente parece invitar a detenerse, a respirar. Y es que para Cha, el interiorismo es mucho más que embellecer: es una forma de dar sentido a los espacios. «Creo que pueden transformar la manera en que habitamos el día a día, y esa convicción es la que guía todo mi trabajo», concluye.






