Espacio para crear

La dueña de este departamento es lo más multifacética que hay: es escritora, guionista, pintora… Su casa nueva tenía que ser el refugio perfecto para crear y también el espacio para invitar amigos y disfrutar cómodamente, sin preocupaciones.

Si hubiera que definir este departamento en Vitacura en una sola palabra, probablemente sería “multifuncional”. Aunque es un espacio hecho por decoradores –Hugo Grisanti y Kana Cussen estuvieron a cargo del proyecto– tiene la personalidad de su dueña en cada rincón. Es una casa con carácter, con una carga emocional y personal muy fuerte.

Al entrar llama inmediatamente la atención el gran librero que recorre todo el perímetro del living y parte del comedor: una gran estructura hecha a medida que alberga la impactante colección de libros de la dueña de casa, además de recuerdos de viajes y pequeños objetos que cuentan capítulos de su historia. Y es que este departamento pertenece a una mujer apasionada: es escritora, guionista, pintora y cinturón negro de karate. Intensa y ultra sociable, su casa, que también funciona como taller, tenía que reflejarla tal cual. Ella quería un espacio donde pudiera estar tranquila escribiendo, o llena de amigos; un lugar que se transformara y donde pudiera dar rienda suelta a su imaginación.

Para lograrlo contrató a una dupla infalible. Aunque no se conocían de antes, tuvieron inmediatamente una conexión. “La verdad es que fue de esos proyectos que fluyen como el agua”, dice Hugo Grisanti, quien además cuenta que lo mejor de todo fue la claridad con que fue planteado el encargo. “Ella es una persona con un sentido estético súper evolucionado, con una visión y una claridad de qué quiere y qué no quiere que a nosotros nos ayudó a llegar a un proyecto súper acotado. Creo que ella lo que más sabía era cómo quería vivir los espacios; cuando alguien tiene esa claridad, es mucho más fácil diseñar”.

Lo más importante era que tenía que ser una casa taller. Un lugar con onda, donde ella pudiera hacer toda su vida. El foco estuvo entonces en generar áreas que sirvieran para varios propósitos. El comedor, por ejemplo, se puede transformar fácilmente en escritorio; ahí la dueña de casa se instala rodeada de sus libros a escribir y puede estar horas en eso, pero en dos minutos aparecen los amigos, la champaña y el ambiente cambia completamente.

Otra de las ideas de su dueña era tener una casa relajada, donde todo el mundo se sintiera cómodo. No quería algo tieso y estático, así es que el living –que está en un mismo espacio junto al comedor– funciona más como una salita. Como es fanática del cine, quería un lugar con una buena pantalla donde pudiera pasar horas viendo una película; donde pudiera estirar un brazo y agarrar un libro para leer y que, por supuesto, fuera perfecto para invitar gente.

El otro gran espacio de este departamento, que se conecta con el living y el comedor, es su taller. La idea era hacer un lugar donde pudiera expresarse al máximo, sin temor a ensuciar, y además tenía que ser súper funcional y estético, porque está casi siempre abierto. Por eso, pusieron un piso vinílico blanco muy fácil de mantener, y las paredes las forraron con cerámicas de Duomo, que ayudan a crear un lienzo en blanco. Acá los protagonistas son sus cuadros, con mucho color.

Aunque no es un departamento para nada minimalista, tiene una paz que sorprende. Según los decoradores, esto lo lograron con una paleta de colores muy acotada; interesante, pero no abrumadora. Surgió entonces la mezcla de colores arena, beige y dorado, que recorren todo el espacio. Y aunque en el papel podría parecer algo plano, o demasiado clásico, se preocuparon de darle más onda generando profundidad con distintos materiales. Todas las paredes del departamento (menos las del taller) tienen papeles murales diferentes, con texturas y diseños. “Junto a los papeles en los muros aparecen las maderas, el lino, los detalles en dorado… Tiene muchas capas y muchas lecturas el departamento”, cuenta Hugo.

Uno de los temas más importantes para la dueña de casa era la iluminación. Fanática de las lámparas, participó en la compra de casi todas las que están en el departamento. “Para ella las lámparas eran como esculturas, entonces elegimos unas bien protagónicas; puras piezas de diseño”, dicen los decoradores. Y para el resto, hicieron una mezcla entre muebles que mandaron a hacer, otros de tiendas como Palopintao y Metrocuadrado, y varias piezas antiguas que tenía la dueña de casa y que compraron en anticuarios, logrando un departamento que desde el día que se montó se siente súper vivido, con la personalidad de su dueña en cada rincón.

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