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Todo lo que no te han contado de la ciudad de Luxemburgo

Una ciudad ordenada, limpia y formal pero también, preciosa, con una gastronomía exquisita e incluso divertida. Descubre aquí dónde alojar, dónde comer y qué hacer en Luxemburgo.

Cuando uno piensa en Luxemburgo, probablemente se lo imagina como un lugar ordenado, un paraíso fiscal donde florecen las finanzas y los funcionarios de la Unión Europea y donde hay poco margen a la diversión. Sí, pero no, al mismo tiempo. Este milagro de país de tan solo medio millón de habitantes cuya existencia es gracias al haber sobrevivido como Estado tapón entre Francia, Alemania y Bélgica es hoy en día una ciudad vibrante, con opciones para todos los gustos. O más bien, pequeñas joyas que merecen ser descubiertas.

Hoteles divertidos, cafeterías preciosas, restoranes para conquistar todos los paladares, coctelerías, parques, galerías de arte y mucho más. Luxemburgo se ha ganado a pulso ser un destino en el radar de todos los viajeros, sin excepción. Y más concretamente, su capital y principal ciudad, con el mismo nombre que el país. Una ciudad fundada en 963 con la construcción de un castillo propiedad de Sigifredo I de Ardenne y que en 1994 obtuvo el reconocimiento de la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Te contamos todo aquello que no puedes perderte durante una visita por ella.

 

¿Dónde alojarse?

La ciudad cuenta con muchos hoteles, en especial de grandes cadenas, al tener principalmente mucho público que viaja por trabajo y busca opciones donde alojarse ya conocidas. Pero también tiene algunas propiedades con una apuesta más divertida y original. ¿El más emblemático? Sin lugar a dudas, Mama Shelter Luxembourg, un hotel instalado en el corazón del distrito cultural y financiero que supone el sosiego perfecto después de un día de intenso trabajo o de una visita sin parar en la ciudad.

Un hotel moderno y único que forma parte de la cadena que lleva el mismo nombre y con propiedades en diferentes partes del mundo, conocida por su estilo fresco, desenfadado y con una fuerte identidad visual. El color irradia en cada esquina de la propiedad, que invita a los huéspedes a relajarse y disfrutar de lo más simple de la vida. El lugar donde comodidad, diseño moderno y una atmósfera acogedora y vibrante se unen para ofrecer una vivencia inolvidable.

Mama Shelter Luxembourg combina elementos de diseño local con el estilo característico de la marca, ofreciendo a los huéspedes una opción moderna y con carácter en sus 145 habitaciones decoradas de forma divertida y su propuesta gastronómica para todos los paladares. En su restorán y bar los grafitis del techo del artista francés Beniloys llaman la atención, y la decoración contemporánea del Mama’s Design Studio, dirigido por Benjamin El Doghaïli, añade un toque lúdico. Los menús incluyen una gran variedad de platos favoritos, desde ceviche hasta pizzas recién horneadas.

Pero aquí no termina todo, el hotel también cuenta con un rooftop donde disfrutar de deliciosos cócteles con vistas y una bakery abierta a todos; para huéspedes del hotel y visitantes habituales es el lugar donde tomarse un café y un croissant antes de ir a su espacio de coworking. Un hotel para vivir, y al máximo.

 

Paradas obligatorias en Luxemburgo

Una de las primeras paradas obligatorias durante una visita a la ciudad de Luxemburgo es su precioso Casco Antiguo, un lugar encantador para pasear. Es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y está llena de callejones, plazas y edificios históricos. ¿Los más emblemáticos? El Palacio Gran Ducal, la residencia oficial del Gran Duque de Luxemburgo, que aunque no está abierta al público en su totalidad, se puede ver su impresionante fachada y la Guardia Gran Ducal. Así como la Place Guillaume II, una plaza céntrica donde se encuentran varios edificios históricos, incluyendo el ayuntamiento.

Las Fortificaciones de Luxemburgo son otra parada imprescindible. La ciudad es conocida como «la Gibraltar del Norte» debido a su impresionante sistema de fortificaciones y se puede explorar diversas partes de las murallas y fortificaciones que datan de los siglos XVII y XVIII. Destacan el Bock Casemates, un sistema de túneles subterráneos y fortificaciones, con vistas espectaculares. También el Petrusse Valley, un hermoso valle con senderos, puentes y una vista panorámica de la ciudad vieja. Finalmente, las Murallas del Chemin de la Corniche, a menudo considerada una de las calles más bonitas de Europa, ofrece unas vistas panorámicas sobre la ciudad antigua y el río Alzette.

Barrio de Grund
Barrio de Grund.

La Catedral de Notre-Dame es otra parada obligatoria, al ser sin lugar a dudas uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad. Fue construida entre los siglos XIII y XVII y es conocida por sus hermosos vitrales y su tranquila atmósfera. Así como el Barrio de Grund uno de los más pintorescos y antiguos de Luxemburgo, situado en el fondo de un valle y rodeado de colinas. Sus calles empedradas y casas históricas crean un ambiente muy encantador. Recomendado también caminar por el río Alzette y disfrutar de los bares y restoranes que bordean el agua o subir a la Montée de Clausen para obtener vistas panorámicas. Finalmente, recorrer el Barrio Europeo es también una bonita caminata para conocer un poco más sobre la política europea, ya que Luxemburgo es sede de varias instituciones, como el Tribunal de Justicia de la Unión Europea y la Corte de Cuentas Europea.

Los museos y parques que hay que visitar

La ciudad de Luxemburgo cuenta también con museos con una rica oferta cultural que va desde arte contemporáneo hasta historia, así como parques que merecen una visita. El Museo de Arte Moderno Grand-Duc Jean (MUDAM), es el principal museo de arte contemporáneo de Luxemburgo, diseñado por el arquitecto chino-estadounidense Ieoh Ming Pei.

El Museo Nacional de Historia y Arte (MNHA) alberga una impresionante colección de arte, arqueología e historia de Luxemburgo desde la Edad Media hasta la modernidad. Y el Museo de Historia de la Ciudad, ubicado en la Plaza de la Constitución, ofrece exposiciones sobre la historia de la ciudad y su evolución.

Y en cuestión de parques destaca el Parcs de la Pétrusse, ubicado en un valle rodeado de acantilados, es perfecto para una caminata tranquila y momentos de lectura. Cerca de él se encuentra la Rueda de la Fortuna (Wheels of Luxembourg), una rueda gigante que ofrece vistas espectaculares de la ciudad, especialmente al atardecer. El Parque Municipal es otro pulmón verde perfecto para descansar y disfrutar de la naturaleza, especialmente durante primavera y verano.

 

Dos paradas imperdibles para comer

Rica en su gastronomía y en vino, la ciudad de Luxemburgo dispone de varios lugares famosos (o no tanto) para servir deliciosas propuestas. Incluso para desayunar, merendar o tomar café. ¿El lugar por excelencia y en especial para los amantes del diseño? BLOOM Specialty Coffee, una cafetería ubicada en el corazón de la ciudad que destaca por ofrecer un ambiente moderno y acogedor, y se especializa en servir café de alta calidad, acompañado de una selección de productos de repostería y platos ligeros, ideales para desayunos, almuerzos o meriendas. Un espacio para trabajar, socializar o relajarse, donde la madera es la encargada de decorar todo el lugar creando un ambiente acogedor y rústico.

BLOOM
BLOOM.

El restorán Clairefontaine es otro imprescindible. Ubicado en 1 Place de Clairefontaine, tiene una decoración sofisticada y moderna, combinada con detalles clásicos. El ambiente es elegante, con un toque contemporáneo y es conocido por su cocina francesa de alta gama y su servicio excepcional. La decoración está en armonía con la atmósfera tranquila y lujosa del lugar.

 

¿Qué comer en Luxemburgo?

Luxemburgo tiene una rica tradición culinaria que refleja su historia y la influencia de sus países vecinos, como Francia, Alemania y Bélgica. Algunos de los platos tradicionales más populares son el Judd matt Gaardebounen, carne de cerdo (generalmente cuello de cerdo) cocinada con frijoles de jardín (gaardebounen). El cerdo se cuece a fuego lento con hierbas y se sirve con una salsa a base de mostaza y caldo. A menudo se acompaña de papas cocidas o puré de papas. El Bouneschlupp es otro, una sopa espesa que se prepara con frijoles verdes, patatas, zanahorias y cebolla, y generalmente se sirve con trozos de tocino o salchichas. Es un plato muy común durante el invierno y es un verdadero clásico de la cocina luxemburguesa.

Sin olvidar, claro esta, el Kuddelfleck, un plato hecho con estómago de vaca (también conocido como callos) cocido en un caldo con cebolla, zanahorias, hierbas y especias. Es un platillo bastante tradicional, aunque puede parecer un poco exótico para quienes no están familiarizados con este tipo de carne. Le siguen el Quetschentaart, la Tarde à la Crome, el Gromperekichelcher y algunos otro más.

Los vinos del Valle del Mosela

El vino es también muy emblemático en la ciudad y en el país en general y siempre acompaña la oferta gastronómica. Junto con los menús de comida, siempre se enseña la carta de vinos que suele ser muy extensa y con opciones locales producidas en el Valle del Mosela. No es común la exportación del vino luxemburgués, ya que su producción no es tan grande para poder abastecer el consumo interno y tener para externo.

Situado en el sureste del país, el Valle del Mosela se ubica a lo largo del río que lleva su mismo nombre. Uno que también cruza Alemania y Francia, y es conocido por producir algunos vinos de alta calidad, especialmente vinos blancos. El vino forma parte de la cultura del valle desde hace 2.000 años, cuando los romanos comenzaron a cultivar vides en las laderas, creando terrazas entre las que discurre el río, dotando al valle de una singular belleza. La cepa más extendida es rivaner, pero hay también otras variedades como son pinot gris, riesling, pinot blanc, elbling y pinot noir.

Los vinos luxemburgueses tienden a ser frescos, con una acidez vibrante debido al clima templado del país, que es propicio para las variedades blancas. Los suelos de la región del Mosela son ricos en minerales, lo que le otorga a los vinos una notable frescura y un carácter distintivo, a menudo con notas de pedernal o tiza. Así, esta bebida es una parte integral de la vida social y gastronómica en Luxemburgo, y se suele disfrutar en reuniones familiares, festividades y celebraciones, y es común encontrarlo en los menús de los restoranes del país.

Además, Luxemburgo celebra varias festividades relacionadas con el vino a lo largo del año. Una de las más destacadas es la Fête des Vendanges (Fiesta de la Vendimia) en la ciudad de Remich, que tiene lugar a finales de septiembre. Esta celebración es una oportunidad para que los visitantes prueben una variedad de opciones locales y aprendan sobre el proceso de vinificación.

La ciudad de Luxemburgo se ha ganado a pulso poder estar en la lista de viajeros de todo el mundo. Un destino poco convincente al principio, pero que se convierte en el favorito de muchos una vez la han descubierto. A nosotros ya nos ha robado el corazón, ¿y a ti?

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