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Uno de los diseñadores que ha decorado mas hoteles 5 estrellas en Europa es chileno y su nombre es sinónimo de éxito. Este es el “piso” de Jaime Beriestain en Barcelona.

Después de trabajar sin parar –primero con el decorador Javier Pinochet y luego en su propia oficina– Jaime Beriestain decidió ir a Barcelona a estudiar un posgrado en interiorismo y empezar una nueva etapa. Llegó a la capital catalana hace 18 años y no se fue más. No esperaba que una sola decisión cambiara su vida: mientras iba a clases, postuló a un concurso para remodelar el Hotel Hilton de la ciudad. Para su sorpresa lo ganó y desde ese minuto su carrera se catapultó en el extranjero. Hoy tiene una oficina en la que trabajan 27 arquitectos con los que ha decorado más de 20 hoteles, además de varias casas como la de Ronnie Wood, el guitarrista de los Rolling Stones; en 2013 abrió su propio concept store que incluye un café y una florería; y el 2016 fue elegido interiorista del año por Architectural Digest. El año pasado remodeló dos hoteles cinco estrellas en Barcelona, los cuatro restoranes del emblemático hotel Sofía y varios proyectos cuidadosamente elegidos como el Hotel Particulier Classé Historique en el centro de Ginebra. Para este año lo esperan trabajos en Nueva York y Dubai, además de España, Austria, Portugal y Francia.

Eligió Barcelona porque es parte importante del centro cultural europeo. Jaime cuenta que vive en una zona tranquila pero a la vez con harto movimiento. Todo el tiempo se están abriendo nuevas tiendas de diseño y moda, hoteles “con encanto”, restoranes y galerías de arte. Desde acá, puede caminar al Mercado Sant Antoni, al paseo Sant Joan y a la calle Trafalgar, el nuevo Soho de la ciudad.

Del departamento, lo sedujo la altura de la construcción y sus atípicos patios interiores, que como verdaderos “pozos de luz”, iluminan con naturalidad. Pero como el lugar antes funcionaba como oficina, tuvo que modificar toda la estructura. “Del espacio original, solo quedan las ventanas de la fachada”, cuenta el diseñador. Su punto de partida para armar el concepto fueron la luz natural, la transparencia y el reflejo del metal. Por ejemplo, las sillas del comedor con sus patas de cromo reflejan la luz, al igual que la estructura de la mesa de cristal que a su vez suma transparencia.
Dividió el departamento en dos: las áreas de vida social y la parte privada, donde está su dormitorio. Todo el diseño lo hizo pensando en un espacio fluido. Por ejemplo, la cocina está separada del living y comedor por una puerta corrediza que mantiene abierta mientras cocina para sus invitados. También pintó de negro los marcos de las puertas y una gran estantería en una de las salas para que se notaran las proporciones del departamento. Los libros, alfombras con patrones y objetos de diseño le imprimen personalidad a cada uno de los espacios.

Beriestain quería que el lugar fuese una caja blanca minimalista para que su colección de arte tuviese todo el protagonismo. Así, sus obras –que tratan de manera indirecta la arquitectura– y objetos de diseño en rojo, morado, calipso, amarillo y verde dan vida a los espacios. Para él cada uno de los trabajos que ha ido coleccionando tiene una importancia especial. En ellos descubre historias o sentidos diferentes dependiendo de su evolución personal, su iluminación o la manera en que conviven con otras obras de arte. Los trabajos de Peter Halley, Georges Rousse, Javier Arce y Ola Kolheimanen se relacionan con lo que el diseñador ha vivido o facetas de su personalidad, cuenta.
Hace 18 años sacó todos sus ahorros del banco, viajó a Europa, tuvo una sola oportunidad y la tomó. Ha hecho de Barcelona su casa, y de su departamento el lugar perfecto para recibir a sus amigos. Acá organiza comidas, cocina para sus invitados y frente al calor de su chimenea –“de etanol, aclara”– hace los “after”. “¡Gin tonics y risas!”.

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