Como piedra, Retrato Revista ED

Como piedra

En su taller de Lolol, Pilar Echeverría fabrica maceteros y figuras de animales en cemento. Una técnica que aprendió hace un par de años y le exige paciencia y prolijidad, y que le ha reportado grandes satisfacciones.

Fueron las circunstancias las que hicieron que Pilar Echeverría se dedicara a la piedra reconstituida. “Era 1998 y Joaquín, mi marido, había decidido dejar de trabajar en Santiago y venirse a vivir con nosotros definitivamente a Lolol”, cuenta. “La noche que llegó llovía mucho y tipo cuatro de la mañana despertamos completamente inundados… salimos con lo puesto, perdimos todo”. En la desesperación –Joaquín sin trabajo, seis hijos chicos– se les ocurrió empezar a hacer maceteros de cemento para vender. “Yo tenía una tienda en la que vendía objetos de decoración que yo misma hacía: mesas, pisos, cuadros, marcos de foto… todo en técnica bauer”, cuenta Pilar. “También tenía maceteros de greda y algunos de piedra reconstituida que me traía Joaco de Santiago, pero eran tan caros que pensamos que una buena opción era aprender la técnica”. El se capacitó con un maestro y comenzaron a producir.

El proceso es lento y exige prolijidad: la mezcla de cemento, arena y tierra de color se aplica en capas sobre moldes de yeso; luego se “amarra”, se deja secar y desmolda. Sólo entonces empieza la tarea más difícil, la etapa de terminado, que consiste en lijar todas las uniones que quedaron con los moldes y echarle un ácido que le da un tono envejecido. “Es un trabajo lindo, pero pesado, sobre todo en invierno… la lluvia y el frío no son compatibles con esto, por eso se fabrican más en primavera y verano”.
A los doce modelos de maceteros se sumaron figuras de animales, que son todo un boom. “Una amiga mía tenía en su casa en Vichuquén unos perros de yeso de tamaño real pintados en negro. Altiro los imaginamos en cemento. Me los prestó para sacarles molde, un labrador y un doberman. Luego encontramos un rotweiller y hasta un gato”. Son llenados al vacío con una mezcla más fina y se refuerzan con barras de fierro. Luego se dejan secar en el molde, dos, tres o hasta cuatro días, según las condiciones del tiempo. Una vez secos, se afinan y se les da un tono envejecido. “Son eternos, ideales para decorar jardines o dar la bienvenida a la entrada de la casa”.

Un repentino y rápido cáncer pulmonar terminó con la vida de Joaquín el 2011, pero Pilar se propuso seguir con su maravilloso trabajo. Es por eso que hoy sigue dedicada a desarrollar esta técnica. Todo lo vende en su taller en Lolol (a 27 kilómetros de Santa Cruz), aunque se pueden hacer encargos que reparten a Santiago.

Teléfono 9442 6176.

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