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Doña Llama

Conocida por los expertos como la única fábrica en el mundo que hace alfombras de pelo de llama, Kalpakian llega a Chile con todo el poder de esta suave y delicada fibra natural andina.

Artin Kalpakian es de origen armenio y argentino de corazón, además de dueño de una fábrica de alfombras de 6 mil metros cuadrados en La Rioja, al norte de Argentina. En este lugar ha erigido un centro neurálgico donde fabrican estas codiciadas alfombras de pelo de llama. Una factoría donde convive la tecnología de punta –de origen europeo– con procesos artesanales fuertemente arraigados en la tradición andina. Con nombre homónimo al de su apellido, esta manufactura ha sido el reducto para seguir la tradición familiar junto a su hijo, Eduardo, ya la cuarta generación involucrada en el rubro.

Sus inicios se remontan a Budapest, en Hungría. En 1922 los hermanos Garabed y Hagop Kalpakian, abuelo y tío abuelo de Artin, inauguraron su primer punto de venta. En esa época, las carpetas hechas a mano llegaban a Europa desde países tales como Persia, Turquía o el Tíbet. Ellos las importaban, y a la vez tenían una fábrica con el sistema Wilton para imitar el tejido de manera mecánica. Con la destrucción de su fábrica en la Segunda Guerra Mundial, no tuvieron más opción que aventurarse al nuevo continente. En Argentina decidieron seguir con lo único que sabían hacer: alfombras. Era el año 1952.
En la actualidad cuentan con un gran prestigio, pero sin duda su mayor éxito apunta a su producto estrella. Son los únicos fabricantes en el mundo de alfombras de pared a pared hechas con pelo de llama natural. La idea en sí misma surgió de unos de los viajes de Artin a la pampa. Fue allí donde se dio cuenta que los indígenas del lugar desechaban buena parte de la lana luego de trasquilar a las llamas. Lo que hizo fue recoger algunas muestras y enviarlas a Estados Unidos para ver cómo funcionaba el pelo de la llama para su rubro. La investigación tomó años.

La cadena productiva nace en el norte de Argentina, a 1.900 kilómetros de Buenos Aires, en las cuencas de los grandes salares de la Puna. Es uno de los pocos lugares donde pastorea la llama. Cada año apenas se manufacturan 3.000 metros cuadrados de alfombras, debido a que el stock de lana es limitado. Las 150.000 llamas argentinas, que se calcula que es la población actual, sólo se pueden trasquilar cada dos años, y eventualmente una vez por año, cuando se requieren mechas más cortas.

Los lotes de fibra se trasladan a lugares como la Barraca Puca en Abra Pampa, un galpón donde se realiza la compra y venta de lanas y cueros. Al llegar a la hilandería, en Caballito, ya en la ciudad de Buenos Aires, se encuentran muchas veces con la dificultad de que no vienen clasificadas por tonos, sino tal cual como se entregó en la barraca del acopiador. El vellón crudo recién se somete a lavado para eliminar todo tipo de impurezas. Luego se hace el proceso de mezcla de las fibras para obtener la tonalidad especificada por Kalpakian. Su paleta de colores es 100% natural. El único tratamiento químico que reciben es un antipolillas. Es así como llegan los conos de hilos a la fábrica de Kalpakian en La Rioja, donde se colocan en las bobinas de la maquinaria para comenzar la fabricación con el proceso fusion bonding, método que une el tejido del pelo con la base de yute de alta densidad, que es el que evita el deshilachado.

Estas alfombras de pelo de llama son de alta densidad y tienen una superficie regular. Se utiliza 1,4 kilo de pelo de llama por cada metro tejido. Se puede obtener en rollos de pared a pared de 4 metros de ancho y en 10 colores diferentes. Los bordes son en cuero de vaca o carpincho, con apliques de cuero a gusto. Lo mejor de esta fibra natural es su brillo, que no se destiñe al sol, su alta resistencia a la propagación del fuego, su durabilidad, y por supuesto, ese fuerte contenido social e identitario en su proceso de manufactura.

Vitacura 2945, local 104. Teléfono 2651 0722. www.kalpakian.com

 

  • Recolección del pelo de llama luego de la esquila, que se efectúa a finales de primavera cada uno o dos años.

  • Señalética que indica el paso de las caravanas de llamas que en la actualidad siguen haciendo el camino de la sal, desde el Salar de Uyuni, en Bolivia, hasta el norte de Argentina.

  • Más de 2.600 hilos se tejen simultáneamente para la fabricación de cada alfombra.

  • El local de la tienda Kalpakian en Vitacura.

  • El galpón en Abra Pampa, donde se acopia la lana sin limpiar de la llama.

  • Su fábrica en La Rioja, donde la lana de llama recolectada solo alcanza para tejer 3.000 metros cuadrados debido a su escasez.

  • Detalle de las terminaciones en cuero de las únicas carpetas hechas con pelo de llama.

  • Uno de los veinte criaderos de llamas o llamarias que se emplazan en la provincia de Jujuy.

  • Detalle de los colores 100% naturales de las alfombras confeccionadas por la fábrica Kalpakian.

  • Parte del proceso de lavado en la hilandería, donde se elimina la grasa e impurezas con que llega el vellón crudo desde la pampa argentina.

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