La agenda de Mike Mabes

La agenda de Mike Mabes

“Ese es el tipo que se pinta los ojos”, es la frase que salta junto con su nombre. “La historia de mi vida”, confiesa él. Mike Mabes no se pinta, pareciera que sí porque tiene las cejas y las pestañas tupidas y oscuras, pero son de verdad. “De chico era mi trauma, pero ahora me gusta: mi ojo está bien protegido para crear cosas, además me ha servido con las mujeres”, dice mientras su novia Dana, americana, modelo de revistas como Vogue, despampanante, de 1 metro 87, lo mira con cara de amor.

Mike tiene mucho que contar, mitad en inglés, mitad en castellano, se mueve harto, es joven, desborda energía, cuesta seguirle el hilo. Vive en Nueva York, es fotógrafo, pero prefiere denominarse como “un caballero que saca fotos”, porque, aunque es a lo que se dedica en una compañía de Manhattan, cuando lo hace artísticamente no lo produce demasiado, “es más que nada una agenda visual”, una especie de autobiografía, por eso su estética vintage. “Me gusta documentar lo que me pasó, lo que vi, a quién conocí, es una búsqueda constante que me ha llevado a regresar a los lugares de mi infancia”.

Creció en sunga en las playas de Marbella, España, viajó mucho con su papá, que era piloto de un jeque árabe; luego su mamá, María Paz Villegas, de quien heredó su lado más social, lo trajo a Chile un poco obligado. Pasó por la moda skater, break dance, disco, rasta (“le pedía a mi nana que me pusiera miel en el pelo”), se hizo famoso organizando fiestas con DJs y a los 22 años partió a Nueva York con sólo 500 dólares. Aprendió fotografía de los mejores, viajó, maduró, encontró su propio estilo. Ahora, que tiene 30, volvió a nuestro país por primera vez, pero sólo por un mes. Dice que un día va a hacer un film de su vida.

 

  • De chico veía películas y soñaba con tener los cuadernos de los niños gringos, pero nunca los encontré. En Estados Unidos son típicos, los venden en todos lados, me encanta su pinta vintage.

  • Para este viaje traje sólo tres cámaras, todas de rollo, formato medio, 35 mm y 8 mm. Como vino Dana conmigo he aprovechado de documentar su viaje, la he fotografiado comiendo sandía, por ejemplo, y juntos fuimos a Zapallar, al Valle del Elqui, al sur…

  • Los anteojos Ray Ban de aviador eran de mi papá, los usaba cuando volaba; también uso mucho los Club Master, me siento cómodo con ellos, me recuerdan la época en que organizaba fiestas en Santiago, en discoteques como Blondie, Alameda, La Perrera…

  • Mi asistente Ryan es el huevón más pro que existe, siempre llega con lo que necesito. El me regaló esta gorra de caza, que me hizo mucho sentido porque como fotógrafo uno hace shootings (disparos). Me lo pongo para trabajar, es como mi traje de oficina.

  • Dos rincones de mi departamento en Nueva York: el baño lo pinté yo mismo, como con siete capas de pintura, y la cama de mi dormitorio me la mandó a hacer mi mamá en Chile y me la llevé hasta allá. Me gusta mi casa porque es como una cabaña en el sur.

  • Cuando cumplí 29 años, mi amiga Daniela, una de mis personas favoritas y diseñadora top de Erin Fetherston, me regaló este cuaderno de piel de elefante. En él voy escribiendo ideas, historias, experiencias… Siempre pensando en la película que quiero hacer.

  • El marido de mi mamá me regaló este bolso de viaje paraguayo… Es perfecto para ir a Los Hamptons un fin de semana… ¡Mentira! Ojalá fuera así… Pero es verdad que tiene el tamaño justo.

  • La belleza del arte es imagen y sonido… Siempre ando con esta grabadora, a veces me grabo a mi mismo con alguna idea, o el dato que me dieron; otras veces grabo conversaciones interesantes… Después me gusta oírlo, a veces me río, otras lloro…

  • En un día de mucho frío en Nueva York entré a la tienda Church Street Supplies, la mejor de ropa usada no conocida, y lo primero que vi fue esta chaqueta de cuero Harley Davidson. Salí con ella puesta.

  • Dana me regaló esta jirafa. Le puse D por la inicial de su nombre y porque me recuerda a ella que es tan alta. Creo que es el primer peluche que he tenido en mi vida.

  • Con Dana nos conocimos hace 9 meses en una exposición. Es la mejor mujer que podría tener al lado, muy talentosa, actúa, modela, canta… Somos la pareja perfecta porque cada uno hace lo suyo, nos respetamos y entendemos.

  • Juego Uno desde que tengo uso de razón, es rápido, fácil, no se necesita idioma para entenderlo y es pura suerte… Hasta el más tonto puede ganar.

  • No hay nada más carreteado que mis zapatos Hugo Boss, pero me gustan igual, cuando te pones un zapato bueno lo que venga para arriba da lo mismo. Los otros son hechos a medida de Zapatería Maestra, de la diseñadora Mónica Infante.

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