La agenda de Verónica Fuentes

La agenda de Verónica Fuentes

Puede estar volando en globo por Capadocia, tomando sol en un yate en Turquía o en su lindo departamento en Miami, pero ella es siempre la misma persona y prefiere ni hablar de estas cosas. Le entretiene mucho más contar de su familia, de su nieta Delfina que adora, de su infancia en Parral y de lo feliz que es yendo a ver a sus papás a Cauquenes.

Buenamoza y espontánea, basta verla para saber que la Verónica es una mujer muy especial, distinta, que se hace querer y que ha influenciado a sus hijas con su manera de gozar la vida y su gusto por la moda. Ella lo pasa bien con mucho y con poco. “Con un Trencito y una Coca-cola light ella ya está”, cuenta su hija Francisca. Junto a sus hijas es la dueña de Candies, una linda tienda de ropa más bien básica pero de exquisita calidad, donde atienden ellas mismas y su hermana, como se usaba en las boutiques de antes.

  • Chocolates y mi manjar… Yo podría vivir de eso, soy adicta. Pero tiene que ser manjar de tarro hecho aquí en mi casa.

  • Esta cartera me la regaló mi marido en un viaje, es como mi regalona. Me encantó por el color, porque te viene con todo.

  • Juego cartas con mis hermanas y mis amigas. Podemos estar una semana en el campo y nos acostamos todos los días a las dos o tres de la mañana, nos da lo mismo. Llevamos siempre los naipes.

  • Soy fanática por las bufandas, las uso en invierno y en verano. La estampada me la regaló mi hermano hace 25 años y te juro que va para todos lados. Jamás he dejado de usarla.

  • He tejido todo lo que te puedes imaginar, todas las amigas de mis hijas tienen chalecos hechos por la tía Vero… Ahora estoy haciendo cojines para una hija que vive en Pichilemu.

  • No salgo para ningún lado sin mi máquina, que no es gran cosa, pero la manejo tan bien… vivo sacando fotos.

  • Compré esta cruz cuando fuimos a España con mis hijas, en Marbella. Es un recuerdo genial de un viaje maravilloso, fue la primera vez que salimos solas las mujeres, ahora es una tradición.

  • Soy la loca de las alpargatas. Por mí andaría a pata pelada o en alpargatas, no las cambio por nada.

  • Este florerito era de mi nona Raquel. Por mucho tiempo se lo había pedido y para una Pascua me lo regaló. Era muy de ella, lo tenía en su pieza y siempre con flores rosadas.

  • Hace poco llegamos de un viaje a Turquía, Estambul y las islas griegas. Ahí compramos estos cojines, en Capadocia, un lugar mágico. Siempre traigo un recuerdito de mis viajes y este es el más reciente.

  • Este cuadro es el primero que hice, encontré que tenía condiciones. Me metí a clases de pintura con la Mari Cruz y lo tengo de recuerdo.

  • En mi casa puede faltar cualquier cosa, pero flores frescas siempre voy a tener. Las hortensias son un recuerdo de mi infancia en el campo del nono. Era una tradición que todas las mujeres usaran una flor de hortensia detrás de las orejas y los hombres con corona de sauce.

  • La vendimia en el campo de Cauquenes de mis papás es sagrada. La hacemos desde que tengo uso
    de razón.

  • Esta Santa Teresita me la regaló mi amiga Marcela y es muy especial para mí. Se la he prestado a mucha gente y sufro pensando que no me la van a devolver. Es tanta mi alegría cuando la tengo de vuelta, porque además recibo muy lindas cartas de agradecimiento.

  • Estos anteojos los descubrimos con mis hijas en un viaje a España. Me encantó la línea porque son clásicos y además te aportan. Realmente no me los saco…

  • En esta foto salgo con mi hermana gemela, Loreto, cuando teníamos dos años. Nos angustia no saber quién es una y quién es la otra, nunca lo hemos sabido.

  • Soy fanática del algodón peruano. Después de que abrimos la tienda Candies sólo uso estas poleras básicas que te sirven para todo.

  • Este libro me lo regaló mi sobrina, la Lolo, que ya no está con nosotros. Lo tengo en mi velador porque todo el mundo debería leerlo. Te enseña a ver la vida de otra manera: simple. El libro de Federico García Lorca me trae un recuerdo muy grande de cuando hice tres obras de teatro en Parral.

  • Compré este Giorgio en un viaje a Los Angeles, lo uso hace 30 años. He tratado de cambiarlo y no puedo. Ahora estoy pasando susto porque ya no lo encuentro fácilmente.

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