La luz como elemento capital

Acá prima el recogimiento. La capilla del Monasterio Benedictino de la Santísima Trinidad de Las Condes dejó mudo al canon arquitectónico de la época. Tanto así, que sigue siendo reconocida en el mundo. Hoy es MoMA de Nueva York el que ha decidido incluirlo en su última exposición sobre arquitectura latinoamericana.

No es la primera vez que recibe reconocimientos. Pero que la nueva muestra de arquitectura latinoamericana del Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York incluya una maqueta de la iglesia del monasterio de los benedictinos en Santiago –esa que se terminó de construir en el cerro El Pique en Las Condes en 1964– sólo reafirma la importancia que esta obra tiene para la identidad arquitectónica nacional y latinoamericana.

La concepción, puesta en limpio y construcción de la iglesia del Monasterio Benedictino de la Santísima Trinidad de Las Condes tomó cerca de dos años y hoy es considerada una de las obras más emblemáticas de la corriente de arquitectura moderna en nuestro país y en la región. ¿Los artífices? Dos jóvenes monjes del mismo monasterio que antes de entrar a la orden, estudiaron arquitectura.

Por encargo de sus superiores, el hermano Martín Correa –que ingresó al monasterio en 1953– y el hermano Gabriel Guarda –que siguió los pasos de Correa en 1958– proyectaron este espacio. No aceptaron de inmediato. Correa, sobre todo, sentía que la responsabilidad era tremenda y le asustaba la crítica de sus colegas arquitectos y de los demás monjes. Pero un día vio a su compañero Gabriel Guarda instalar una mesa, pedir papel mantequilla, lápices y otros instrumentos, y se metió de lleno en el proyecto.

Para construir la capilla, se inspiraron en la obra de Jaime Bellalta, el arquitecto que había hecho el edificio del monasterio con la capilla provisoria. Diez años después de la construcción de la nave principal, los monjes recibieron una donación importante para levantar la iglesia definitiva. Bellalta se había ido a vivir a Inglaterra, y aunque el grupo de monjes pidió un anteproyecto al Instituto de Arquitectura de Valparaíso, éste fue rechazado, por lo que no les quedó otra que partir de cero.

royectaron un espacio en donde se reunieran dos comunidades, la de los fieles y la de los monjes, en torno a un solo elemento central: el altar. A pesar de que el edificio está emplazado en un cerro, los arquitectos optaron por una construcción que no fuera abierta, para privilegiar así el ambiente de recogimiento y silencio. Aun así, no se percibe como un espacio cerrado. Lo lograron gracias a la magnífica forma en que trabajaron la luz, y es justamente por esta característica por la que destaca esta iglesia. Pasar un día en la capilla es toda una experiencia, un espectáculo de iluminación natural a lo largo del día; aunque las ventanas no se ven, la luz cae como “cascada” por las paredes de la iglesia.

Son alrededor de 500 metros cuadrados de construcción de hormigón armado, donde prevalecen el color blanco, la simplicidad y la falta de pretensión decorativa. La capilla destaca por su sencillez, casi no tiene elementos ni figuras en los muros. La obra fue la primera de arquitectura moderna en ser declarada Monumento Nacional en nuestro país en 1981 y el hermano Gabriel, además de ser Premio Nacional de Historia, recibió el Premio Bicentenario en 2003 y el Premio Conservación de Monumentos Nacionales en 2004.

De esta forma, la exposición del MoMA Latinoamérica en construcción: arquitectura 1955-1980, que estará hasta el 19 de julio, ofrece un repaso de la creatividad arquitectónica en la región, desde México, pasando por Cuba, hasta los países del cono sur. El otro edificio chileno incluido es el de la Cepal, construido por el arquitecto Emilio Duhart quien recibió el Premio Nacional de Arquitectura en 1977 por esta obra. Entre fotografías, planos, dibujos, maquetas y videos, la exposición se compone de más de 500 piezas que buscan sacar a la luz este periodo de posguerra “vital”, según el museo, para la arquitectura de la región.

  • La Iglesia del Monasterio Benedictino, en Las Condes, es de 1964. La idea de los arquitectos, monjes del monasterio también, fue proyectar dos espacios, uno para los fieles y otro para los consagrados, que se unieran en el altar.

  • La construcción, de hormigón armado, tiene una extensión de casi 500 metros cuadrados. Fue la primera obra de arquitectura moderna en ser declarada Monumento Nacional en nuestro país.

  • Los arquitectos optaron por una construcción que no se abriera al paisaje para privilegiar el ambiente de recogimiento.

  • La luz cae como cascada por los muros.

  • La luz cae como cascada por los muros.

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