Cristóbal Palma Revista ED

Palma a palma

Es callado, medio tímido, y malo para dar entrevistas, pero Cristóbal Palma tiene mucho que contar. Pasó de una exposición sobre los caracoles en Santiago, al rol protagónico en una película; empezó a grabar cortometrajes y ha expuesto en Buenos Aires. Todo sin dejar de lado su gran pasión: la fotografía de arquitectura.

Nos juntamos en el Drugstore, hasta donde llegó en su bicicleta Create –marca de la que es embajador, igual que de Movistar–, con su típica polera de algodón y jeans. Cuando le pregunté cómo había empezado su relación con la fotografía, me miró, se rió, se quedó en silencio y después de un rato me dijo: “¿De tan atrás vamos a partir?”. No es bueno para las entrevistas ni para hablar de sí mismo, y efectivamente basta con poner su nombre en Google para saber de su trabajo, ver las espectaculares fotografías de arquitectura que publica en importantes revistas de todo el mundo (desde la Monocle inglesa y la Dwell de Estados Unidos, hasta la A+U, de Japón) y conocer toda su trayectoria. Es bien quitado de bulla Cristóbal, no habla mucho y como tantos artistas es bien malo para la parte comercial, pero tanto él como su trabajo tienen ese efecto “inolvidable” que lo hace tan especial. Puede ser la barba, que se dejó cuando nació su hijo Isidoro –porque, como él mismo cuenta, “antes los papás tenían barba”– o por ese ojo agudo y certero, que logra capturar lo esencial de un lugar.

En ED lo conocemos de cerca. Hace años colabora para nuestras páginas fotografiando casas y hoteles. Trabaja en silencio y no le gusta mucho que le digan qué tiene que hacer, nunca está apurado y siempre se da el tiempo de captar las distintas horas del día, de repetir los espacios según la luz que está entrando, de esperar el momento justo, la hora mágica… Para una portada le pidió a un amigo del dueño de casa que se tirara tantas veces a la piscina que lo dejó casi al borde de la hipotermia. ¿El resultado? Una fotografía perfecta.

Con los años lo hemos visto centrarse cada vez más en la arquitectura misma y en los espacios minimalistas, con fotografías limpias, depuradas, con un estilo que se puede reconocer a simple vista. Lo que más le gusta es colaborar con arquitectos que tienen “buena obra”. Le ha tocado retratar desde una casa en Maui diseñada por arquitectos eslovenos, hasta hoteles en Patagonia como el Indigo, en Puerto Natales. Sebastián Irarrázaval, arquitecto de este último proyecto, cuenta que la gracia del trabajo de Cristóbal es que con sus fotografías le aporta muchas dimensiones a las obras. “Logra captar las características de los proyectos, sin exagerar. Otra cosa muy importante es que le importa el contexto, incorpora a personas, usa planos más generales para entender las dimensiones. Tiene un sello muy particular y coherente”.

Además de colaborar con revistas y distintas publicaciones, ha hecho varias exposiciones individuales. En 2009 presentó Paisajes locales, una serie de doce fotografías tomadas en Grecia, Estambul, São Paulo, Buenos Aires, las islas Malvinas y Santiago, entre otros. Y el año pasado inauguró Espacio continuo, en la galería AFA. La muestra –que contó con la curatoría de Camilo Yáñez y la colaboración del arquitecto Mario Marchant– fue un registro de los caracoles de Santiago, compuesto por 34 imágenes. Con este material se publicó el libro del mismo nombre y ahora Cristóbal está trabajando en la segunda parte de esta exposición, que lo hará viajar por Chile. La idea es poder terminar el catastro de estas galerías comerciales, repartidas por todo el país, y documentarlas.

Los viajes son un tema recurrente en el trabajo de Cristóbal. “Me gustan las ciudades en general, estar ahí, me estimulan mucho. Me gusta el ruido y el movimiento. Para mí, todas las ciudades tienen su encanto”, cuenta. Y siempre se las arregla para viajar. A veces recibe una llamada de un arquitecto para fotografiar una de sus obras y parte, otras, es el encargo de una revista que lo hace agarrar sus maletas; y muchas veces, es la pura autogestión y los “autoencargos”.

Hace poco se empezó a meter en el tema audiovisual, una idea que nació como una extensión a su trabajo como fotógrafo, casi como una “transición natural”. Ahora que es cada vez más normal que los audiovisualistas ocupen cámaras fotográficas para hacer sus videos, Cristóbal aprovechó la oportunidad y se puso a grabar con la misma cámara que usa para hacer fotos. Junto a un montajista ha creado varios cortometrajes, algunos de los cuales fueron exhibidos en el pabellón chileno de la Bienal de Venecia 2012. En general son videos de no más de cinco minutos, donde retrata casas, parques, exposiciones, en Chile y en el extranjero, con planos fijos y esa mirada reposada tan en la onda de sus fotografías. Varios de estos trabajos se exhibirán desde el 27 de julio en Mil M2, un nuevo centro cultural ubicado en la Factoría Italia. Pocos días después va a exponer por primera vez en Argentina (antes sólo había estado en arteBA). Junto al artista Tomás Rivas se van a dividir la galería Zavaleta Lab en Buenos Aires, y ahí va a mostrar el trabajo hecho en torno a los caracoles de Santiago.

Y aunque es callado y tímido, el año pasado se convirtió en el rostro de la campaña de UFO Jeans, que se publicó en Chile y Perú. Nacho Rojas, que fue el fotógrafo y creativo de la campaña, y que además es amigo de Cristóbal, se lo propuso y él aceptó. “Como es amigo mío y excelente fotógrafo, me pareció que podía salir bien. Creo que andaban buscando gente que obviamente no fueran modelos y que tuvieran algún rasgo característico… Después la barba se puso medio de moda”, cuenta.

También protagonizó la película Las cosas como son, que se estrena el 8 de agosto en Chile y que acaba de quedar en la selección del Karlovy Vary International Film Festival, uno de los festivales más importantes a nivel internacional. No es que se las haya dado de actor, es sólo que nuevamente sucumbió al ofrecimiento de un amigo. Fernando Lavanderos, el director de la película, le pidió que actuara y el dijo que sí. Así de simple. “Fue fascinante integrarse al proceso creativo de otra persona, porque en general mi trabajo es bastante solo, en cambio el cine es muy colaborativo. Fue muy interesante ver ese proceso desde adentro”, explica Cristóbal.

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