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Esta casa de campo no es como todas. De arquitectura bien moderna, se privilegiaron los espacios abiertos y la vida familiar. Es una especie de guarida a la que se llega con el único fin de disfrutar del ocio, sin culpa.
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De piedras del río Maule, maderas de demolición y antiguas tejas, esta casa es tan encantadora como su jardín. Los dueños son un matrimonio que dejo atrás la gran ciudad para vivir en el campo.
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Cerca de la aldea de Tulor y a veinte minutos de San Pedro de Atacama, esta casa decorada por Carolina Delpiano es la perfecta combinación entre la precariedad rústica y el lujo. Sus habitantes llegan en busca de la tranquilidad y la paz del desierto.
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