Arquitectura

Arquitectura al servicio de la naturaleza

A partir de una serie de desafíos, la oficina Pola Iglesias logró adaptarse para dar con nuevas maneras de pensar su trabajo, encontrando un equilibrio entre la proyección de sus casas y los entornos en donde se emplazan.

La oficina de arquitectura y construcción Pola Iglesias, a cargo de los arquitectos Alejandra Pola Segovia y Felipe Iglesias Núñez, es un claro ejemplo de que la adaptación es clave en cualquier proceso, especialmente al construir casas.

Fundada en Puerto Octay en medio de la pandemia, como equipo debieron sortear distintos desafíos que terminarían siendo un aporte en su propuesta. El complejo panorama al que se enfrentó el rubro de la construcción en 2020, y el hecho de encontrarse en un territorio rural y aislado, motivó a la oficina a incorporar en sus propuestas alternativas como la prefabricación y montajes eficientes, permitiendo una disminución considerable de los costos de las obras.

“Nos propusimos trabajar con los tamaños y formatos de casas prefabricadas, pero con intervenciones que permitieran brindar nuevos espacialidades y atmósferas. En todos nuestros diseños priorizamos el confort térmico, las materialidades locales y la luminosidad natural”, cuenta Felipe Iglesias.

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Para potenciar esa luminosidad recurren a estrategias como pintar los muros revestidos de madera en aguada blanca, lo que al mismo tiempo entrega una sensación de mayor amplitud. En otro de sus proyectos proyectaron un ventanal perimetral elevado y orientado hacia el Norte, Oriente y Poniente, el cual favorece la iluminación natural en la mayor cantidad de recintos. “Esta intervención permite que a medida que va avanzando el día, el sol se perciba desde distintos lugares y que, además, los colores que se expresan al interior de la casa vayan cambiando”, explica.

 

Pero también se han encontrado con desafíos que han permitido ver su trabajo desde una nueva perspectiva. Uno de sus proyectos, ubicado en la ribera del río Gaviotas y en medio de un bosque milenario de árboles nativos, vino a enseñarles una manera diferente de hacer las cosas. “La condición casi virgen de este lugar vino a poner de manifiesto una temática con la que no habíamos trabajado anteriormente, que tiene que ver con las implicancias negativas que tiene en el entorno natural la implantación de un edificio. Es por esto que desarrollamos una casa cuyo principal desafío fue intervenir el terreno lo menos posible, consiguiendo, al mismo tiempo, buen asoleamiento para todos los espacios”, afirma Felipe.

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Otra manera de proteger el entorno fue poniendo en la arquitectura la capacidad de hacerse cargo de la llegada desde el camino hasta la casa. “Para que los autos no atravesaran el terreno para llegar a la propiedad, construimos una cochera al inicio del sitio en donde se dejan los vehículos, y a partir de ahí, una pasarela elevada por la cual se recorren 30 metros hasta llegar a la casa”, explica el arquitecto.

Además, se levantó la casa en 70 cm, lo que, junto con la estrategia anterior, permite que el suelo afectado por la construcción y el uso se regenere nuevamente con el tiempo.

Como parte de su visión, la oficina trabaja la madera en distintos formatos, tanto en elementos estructurales como en los distintos revestimientos. “Es un material noble y capaz de dar calidez a todos los recintos, y la mano de obra local tiene un conocimiento técnico y capacidad constructiva adaptada desde hace mucho tiempo en torno a él”, concluye Felipe.

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