Brasil es una fuente inagotable de talento creativo, y en el campo del diseño contemporáneo, dos nombres están sonando fuerte por su capacidad de reimaginar objetos desde la emoción, la materialidad y el lenguaje de lo manual. Pedro Avila y Humberto da Mata forman parte de una generación de diseñadores que no teme cruzar los límites entre arte, escultura y funcionalidad. Con trayectorias únicas y enfoques profundamente personales, ambos reinventan lo cotidiano desde lo local, apostando por procesos artesanales, materiales nobles y una mirada experimental que conecta pasado y futuro.
Pedro Avila: entre la brutalidad del cerrado y la delicadeza escultórica
Marcado por la impronta modernista de Brasilia, y completamente influenciado por el modernismo y brutalismo de Oscar Niemeyer, Pedro Avila encontró en la infancia sus primeras fuentes de asombro: “Mis padres eran funcionarios públicos, y tengo muchos recuerdos de visitarlos en el trabajo, maravillándome con la belleza de los edificios gubernamentales”, recuerda. Pero fue en el cerrado —el ecosistema salvaje del interior brasileño— donde desarrolló una conexión íntima con la naturaleza. Esta convivencia temprana con la arquitectura monumental y la riqueza orgánica del paisaje sería determinante en su sensibilidad visual.
Aunque al elegir una carrera la arquitectura fue una opción, Avila optó por un camino más libre: “Sentí que necesitaba algo que me permitiera experimentar, probar diferentes posibilidades y trabajar con las manos”. Así fue como transitó desde la pintura a la escultura, y de ahí al diseño, encontrando su espacio en ese terreno híbrido donde las fronteras entre arte y función se diluyen. “Mis piezas son demasiado funcionales para ser consideradas esculturas, pero demasiado expresivas para encajar en el diseño industrial tradicional”, señala.
Su trabajo se distingue por el uso de múltiples materiales y por un lenguaje que oscila entre la delicadeza y la brutalidad. Entre sus creaciones más icónicas están la arandela Libra, la mesa Cárcavo y la poltrona Colo, piezas que condensan su interés por “el diálogo entre el pasado y el futuro” y que reinterpretan movimientos como el surrealismo desde una mirada contemporánea.
Humberto da Mata: libertad creativa en estado puro
Formado en arquitectura, Humberto da Mata pronto se dio cuenta de que la rigidez del campo no se ajustaba a su necesidad expresiva: “No disfrutaba el día a día de la arquitectura —en mis experiencias, no había mucha libertad creativa”. Fue un taller con los hermanos Campana – reconocidos diseñadores de muebles – el que encendió una nueva chispa. “Entré en contacto con una forma muy libre de pensar sobre el diseño”, comenta. A partir de ahí, su recorrido lo llevó a São Paulo, a colaborar brevemente con los Campana, y luego a fundar su propio estudio, donde el objeto se convierte en un laboratorio de invención.
El trabajo de Da Mata es experimental, y la práctica en el estudio es el eje de su proceso: “La creación es fundamental para entender cómo mis ideas pueden existir físicamente”. Entre sus materiales favoritos para trabajar están la tela, la cerámica y la pulpa de papel, que le permiten explorar nuevas formas y texturas desde lo manual. “Comencé con piezas tejidas y cosidas a mano. Después de algunos años también trabajé con cerámica y papel maché, materiales moldeables que me dan mucha libertad forma y nuevas posibilidades de tipologías. A veces hago bocetos, pero muchas veces las piezas nacen en el estudio, especialmente las de papel maché y cerámica”, explica.
La inspiración, dice, “viene de varias fuentes; el trabajo en sí, la rutina diaria en el estudio, aprender a manipular materiales de diferentes maneras y el deseo de desarrollar un trabajo más potente”. Sus referentes —que van desde Gaetano Pesce y Ettore Sottsass hasta artistas como Maria Martins o Erica Verzuti— evidencian su interés por la materialidad como canal expresivo.
