De luz y sombra, Arte Revista ED

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De luz y de sombra

Jorge Gallardo tiene 53 años y pareciera tener la experiencia de un octogenario. De su imaginación han salido los montajes más importantes de la escena artística mundial. Sin embargo, tuvo que esperar más de 20 años para brillar en los escenarios nacionales. Esta es la historia del hombre que sólo con música inventa mundos y personajes dándole forma a nuestras más ensoñadas fantasías.

Una gran caja de pañuelos Kleenex sobre un escenario de superficie plana y despojado de artificios. Dentro de la caja habita un joven. Un muchacho que vive de la idealización más que del amor en su forma concreta. No existe un objeto de deseo real dando vueltas en todo lo que dura el montaje. Todo es evocación. Esa es la versión que el célebre coreógrafo francés Thierry Malandain hizo de La siesta de un fauno con la idea original de Jorge Gallardo, música de Debussy y que montó en Francia ante un público perplejo y conmovido con esta nueva lectura del poema de Mallarmé. Años después, en Montecarlo, se hizo una gala con los grandes ballet rusos donde se exhibieron las obras más importantes del siglo XX. En la oportunidad, decidieron mostrar las tres versiones más influyentes del Fauno: la dirigida por Jiri Kylián, la interpretada por Nijinsky, y la de Malandain y Gallardo.

Thierry Malandain no podía creer cómo habían llegado a ser tan precisos con la idea que querían expresar. “Yo le decía que era la música, la música hablaba de eso. Era simplemente llegar al centro y darle la forma”, sentencia Jorge Gallardo, el hombre de las ideas, el responsable de la puesta en escena de innumerables montajes de ballet y ópera en el mundo durante los últimos 25 años y que hoy está en Chile, en una residencia que le gustaría que fuese permanente, porque pese a que suma más horas de vuelo en cada viaje, desde acá puede controlar su oficio, gestionar proyectos y a la vez estar cerca de los que más quiere: su familia y sus amigos.

Hoy Jorge Gallardo dice sentirse contento, porque siente que tiene el control sobre su carrera, porque puede ser más selectivo con los trabajos que elige, a diferencia de lo que pasaba en sus comienzos, “cuando uno va experimentando y haciendo lo que sale en el camino. En el día de hoy ya me conozco bien como diseñador, sé dónde calzo mejor y en los proyectos donde podría lucir más, también intuyo con los creadores con los que podría tener mayor complicidad en los procesos creativos”.

Nos recibe en su departamento en Providencia, que en realidad es un dúplex. En el segundo piso está su taller y su despacho. Era el sitio ideal y lo quiso apenas lo vio hace un par de años, después de más de dos décadas viviendo fuera de Chile. “Me fui a los 27. Viví mi vida tanto en Francia como en Estados Unidos, trabajé en diversos países durante muchos años y me acostumbré a esa estancia errante. Antes, en Chile, estudié Arquitectura en la Universidad de Valparaíso (3 años), luego Licenciatura en Arte en la Universidad de Chile, egresé y como todo recién egresado, tenía los deseos de vivir fuera, conocer y estar en las grandes ciudades. Se fueron dando las cosas y de repente sin que me lo preguntes, estaba en un avión, rumbo a Nueva York con planes de hacer una carrera de pintor. El plan era estar sólo unos cuantos meses, y no volví más. De Nueva York me fui a Francia, donde viví por una década, y luego de nuevo en Estados Unidos, hasta que volví hace dos años”, cuenta haciendo un perfecto racconto de sus inicios profesionales en Chile y sus razones para irse del país. “La enseñanza de arquitecto no la terminé, me faltaron dos años. Siempre mi conflicto estuvo entre la arquitectura y las artes plásticas. En el mundo del diseño teatral logré unir todo de la manera más natural. Mi aproximación a la escenografía se me daba mejor que el desarrollo del vestuario, la comprensión del espacio se me hizo siempre más fácil”.

Así fue como, llegando a Francia, se embarcó en su primer proyecto, que consistió en pintar y decorar un restorán gourmet que estaba en París cerca de la Plaza de la Bastilla. Ahí conoció a Thierry Malandain, con quién tenían aproximadamente la misma edad y que recientemente había armado su primera compañía. Fue entonces cuando le propuso hacer la escenografía y el vestuario para su próximo proyecto, El amor brujo de Manuel de Falla: “Después de haberle dibujado tanto la escenografía como el vestuario y que le hubiese encantado, me mandó a un taller profesional de vestuario en Francia. Llegué como todo un inexperto, sintiendo que nadie iba a entender mis dibujos sin técnica alguna. Recuerdo que el director del taller me dijo: ‘Jorge, no te preocupes, no todos los artistas tienen comienzos particulares. Tú sencillamente entra a este taller, explica tus diseños y ellos se preocuparán de tener en cuenta todos los detalles’”.

Después de El amor brujo trabajó en diversos proyectos, conoció a otros grandes como Ulysses Dove, que en Europa y Estados Unidos era considerado el gran coreógrafo del momento: “Con él trabajé en obras enormes que entraron al repertorio norteamericano y que hoy son súper famosas”. Junto a Dove estrenó en el Metropolitan Opera House de Nueva York la obra Serious pleasures con el American Ballet. Días después de su estreno, la crítica especializada del New York Times escribió: «Gallardo hace explotar el cielo del Metropolitan con su poderosa e insinuante escenografía». Gallardo terminó siendo el diseñador estable de los montajes de Ulysses Dove durante 15 años. Cuando Dove murió, la compañía de Thierry había logrado un nombre, pero necesitaba un proyecto que lo empujara a convertirse en un centro nacional coreográfico dentro de Francia. Esto significaba el futuro de la compañía: “Fue ahí cuando Malandain me llama y se decide a montar Carmen. Para mí fue el terror. No hay nada más difícil para un creador que te propongan hacer algo que en ese momento está de moda y más encima hay más de un montaje dando vueltas en el mismo minuto. ¿Cómo te desentiendes y te abstraes de todo lo que hay?”. Finalmente la ovación que recibió por la versión de Carmen fue el despegue definitivo, tanto de Malandain y su compañía, como de Gallardo y su reputación como escenógrafo y diseñador.

El estilo despojado y limpio es su marca de fábrica. La rúbrica que le imprimió a su trabajo. Esa estética se la debe a sus estudios de arquitectura: “Lo que me sedujo siempre fue la luz como formadora de espacio. Me di cuenta que si yo diseñaba para la luz, la obra iba a esplender mejor. Investigué sobre la luz y la iluminación casi como un dios. Empecé a crear formas y texturas que tuvieran fuerza dependiendo de la iluminación que tuvieran. Y esto fue lo que hizo nacer este estilo desnudo y minimalista. Otra cosa que noté es que respecto a la danza, la expresión está en el cuerpo. En particular, al sobrevestir a un bailarín yo minimizaba su poder comunicativo, ahí fue cuando le bajé toda la intensidad al vestuario, salvo excepciones. Dejar la danza lo más desnuda posible. Me sumé a un movimiento que se iba expresando de esa manera”.

Su último gran montaje en Versalles fue La Cenicienta, dirigida por su partner de siempre, Thierry Malandain. Ahí, Jorge Gallardo planteó el conflicto de la humildad versus la arrogancia del poder. Su propuesta quería complementarse con la estética de ese mundo barroco, pero también pretendía romper con ella, aun siendo fiel al texto y al público. Gallardo vistió a la protagonista con ropajes simples, con cortes rectos y faltos de volumen. La prensa francesa, siempre crítica y analítica, se rindió a sus pies. Para Malandain, estrenar en Versalles fue como para Gallardo haber estrenado en el Municipal.

Después de haber trabajado con Patrick Dupond, el más importante bailarín tras Nureyev, de ser su amigo y compartir noches de fiesta y diversión, de montar juntos espectáculos como El corsario o Tchaikovsky, pas de deux y, de paso, conocer a fondo el clasicismo a la francesa y adoptar todo lo que conoce sobre vestuario en el legendario taller de Madame Fuyerol en París; después de su paso como Consejero Artístico en la Miami Contemporary Dance Company, fundada por el coreógrafo Ray Sullivan.

Después de trabajar con Alvin Ailey, uno de los grandes maestros de la danza del siglo XX –un hombre sensible, “que gustaba sentarse horas conmigo, secuestraba mis libros de apuntes y croquis y me los devolvía al día siguiente con un gran abrazo”– cuya última creación, Episodes, se transformó en el gran clásico en la historia de la danza contemporánea americana. Después de toda esta vida errante, como bien describe, entre Berlín, Amsterdam, Estocolmo, París y Nueva York, decide hacerle caso a los afectos y volver a Chile. No había pasado mucho tiempo de su llegada cuando Marcia Haydée y la sub-directora del Teatro Municipal lo citaron a una reunión; estaban pensando en Zorba, el griego de Lorca Massine, montaje ya estrenado en Europa durante los 80 y con muchas versiones posteriores. “Yo no quería acotarme a las versiones ya existentes, porque lucían muy extemporáneas. Con Lorca Massine hablamos por e-mail y me confesó que nunca había estado contento con las versiones anteriores de Zorba. La propuesta en la que estábamos trabajando buscaba impresionar a Lorca Massine y, a la vez, dejar contento al público tradicional del Teatro Municipal. Sin embargo, Lorca no se llevó toda la impresión que yo esperaba con mi propuesta, hubo cosas que sacó. En un principio él quiso correr el riesgo pero luego retrocedió, pero es su obra y hay que ser respetuoso de aquello”.

Aun así, haber debutado en el Municipal significó para Jorge Gallardo una felicidad inimaginable. “Trabajé con los talleres de vestuario y escenografía y nos llevamos muy bien. La gente de la ópera no me conocía y se impresionaron con la ligereza y la prestancia como se armó todo. Mi familia fue a ver esto y fue todo muy bonito. Mucha gente me decía que no era posible que no trabajara en el Municipal con la experiencia que tengo, pero he aprendido que todo tiene su tiempo. Las cosas se tienen que dar sin apurarlas”.

Con 25 años de trayectoria dice seguir aprendiendo. Que siempre hay algo que mejorar. Que hoy sólo hace aquello que le interesa, que lo cultural es algo que siempre está en movimiento, en constante evolución y cambio y eso le entusiasma en sus procesos creativos. Jorge Gallardo es dueño de una carrera que cuenta con más de 300 estrenos y que piensa seguir sumando en colaboraciones, especialmente en producciones nacionales: “Siempre estoy pensando qué tanto del pasado sigue presente hoy o qué se puede rescatar y hacerlo contemporáneo. Hay un constante viaje que yo estoy haciendo, y eso no va a terminar nunca”.

 

  • Fotografía de la obra "Creation" de Malandain en el Museo Gugenheim de Bilbao, España.

  • "Magifique" de Malandain en el Grand Theatre de Reims, en Francia.

  • "Le Sang des etoiles" de Malandain en el ballet de Biarritz, Francia.

  • "L'Apres midi d'un faune" de Malandain/Debussy en el Teatro Real de Montecarlo.

  • La obra "Cendrillon" de Malandain en la Ópera Real de Versalles, junio 2013.

  • Boceto del traje de la hermanastra para Cendrillon.

  • "Cendrillon" en la Ópera Real de Versalles, junio 2013.

  • "Don Juan" de Malandain en el ballet Biarritz, Francia.

  • "Cigalle" de Malandain en Saint Etienne, Francia.

  • Telón de escenografía de "Zorba el griego", de Massine en el Teatro Municipal de Santiago.

  • "Orphee et Eurydice" de Malandain/Gluck en la ópera de Saint Etienne, Francia.

  • Boceto de la obra "Orphee et Eurydice" de Malandain/Gluck en la ópera de Saint Etienne, Francia.

  • Puesta en escena de la obra "Orphee et Eurydice" de Malandain/Gluck en la ópera de Saint Etienne, Francia.

  • Boceto de la escenografía para "Serious pleasures" de Dove en el Metropolitan Opera House de Nueva York.

  • Boceto de la escenografía para "Serious pleasures" de Dove en el Metropolitan Opera House de Nueva York.

  • Retrato de Jorge Gallardo.

  • "Orphee et Eurydice" de Gluck en el Festival Ópera Barroca de Schwetzingen, Alemania.

  • Boceto de "Carmen" en el Miami City Ballet.

  • Boceto de la obra "Les Petits Riens" de Malandain/Mozart.

  • Vestuario clásico de la obra "Les Petits Riens" de Malandain/Mozart.

  • Boceto de la obra "Les Petits Riens" de Malandain/Mozart.

  • Boceto de la obra "Les Petits Riens" de Malandain/Mozart.

  • Vestuario clásico de la obra "Les Petits Riens" de Malandain/Mozart.

  • Escenografía de "Walking" de Paterson, Atlanta Ballet.

  • Boceto de "Orphee et Eurydice" de Gluck en el Festival Ópera Barroca de Schwetzingen, Alemania

  • Vestuario de "Le Sang des etoiles" de Malandain en el Ballet de Biarritz, Francia.

  • Preparación de una de sus escenografías de "Zorba".

  • "Carmen" de Malandain en la Ópera de Saint Etienne, Francia.

  • Boceto de "Le Sang des etoiles" de Malandain en el Ballet de Biarritz, Francia.

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