Arte

Embajador del arte

Es uno de los coleccionistas de arte más jóvenes del país, forma parte del Comité de Adquisiciones de Arte Latinoamericano de la Tate Modern de Londres y es el mecenas más importante del arte contemporáneo chileno. Juan Yarur se ha transformado en un gestor cultural y hoy arremete con una retrospectiva del afamado fotógrafo David LaChapelle en el MAC.

Con el fin de encontrar una manera de aportar al arte nacional, Juan Yarur creó hace siete años la Fundación AMA, la encargada de entregar becas para residencias de jóvenes artistas en el extranjero. Pese a que reconoce que en su casa nunca fueron especialistas en arte, su cuñada Alejandra Mustakis fue la que lo impulsó a conocer el mundo de Andy Warhol y el movimiento pop. Más tarde conoció a la curadora Cecilia Brunson y juntos fundaron la beca AMA. Tiempo después se unió Bernardita Mandiola, actual directora de desarrollo de la fundación, y juntos han convertido la institución en lo que es hoy, un sitial dentro del circuito de la plástica.

Pero su pasión por arte no sólo se concentra en la fundación. En 2013, Juan Yarur presentó su recopilación en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), que tituló: «Colección Yarur. Un relato personal», y fue esa exposición, unánimemente elogiada por la crítica debido a la madurez que alcanzó el relato de la colección, que decidió incursionar en la gestión cultural.

En una entrevista exclusiva con Revista Capital, Juan Yarur explicó que no fue fácil embarcarse en una nueva exposición. «Había que ir paso a paso, empezar con cosas simples para que la gente se entusiasmara. No tenemos una buena historia de exposiciones internacionales, tenemos una que otra entre varias cochinadas sin nombre. Hay que hacer un trabajo a largo plazo, educar», contó.

Yarur, un verdadero embajador del arte nacional hoy trabaja desde su fundación con la muestra retrospectiva David LaChapelle. Fotografía 1984-2013 que se presenta en el MAC desde el 29 de julio hasta el 27 de septiembre, y que consta de videos y de 90 fotografías en diversos tamaños.

¿Por qué la elección de David LaChapelle como la segunda incursión como gestor cultural?

Es un muy buen plato para ser el primero, no sé qué pasaría si pusiéramos un Serra o un Rotkho que son grandes artistas, pero muy difíciles de entender. David, teniendo un peso específico dentro del mundo del arte, es muy simple en lo visual para la gente en general. Aparte, la gestión se dio de manera orgánica. Ellos nos contactaron, nos juntamos y como nos interesó el proyecto, lo concretamos. Hizo palpitar nuevamente a la Fundación que llevaba mucho tiempo con la beca. Y en el último tiempo, además, hemos ido mutando y tomando nuevas tareas, como la publicación del libro La Manzana de Adán, de Paz Errázuriz.

¿No te asustó comenzar la gestión cultural con un artista ligado a “la celebrity”, lo que resulta algo frívolo para algunos intelectuales?

Como generalidad, cuando la frivolidad trabaja con la cultura es mucho más agradable que cuando piensan que la densidad tiene que ver con la inteligencia. Acá está ese prejuicio que si uno es frívolo no sabe o no está entendiendo.

Los curadores se manejan en los dos mundos, en un mundo que es totalmente erudito y, al mismo tiempo, pueden bajar e involucrarse con cualquier cosa más simple. La gente ha visto mi perfil desde que tengo 18 años, y es cierto que antes necesitaba que me dijeran algo porque no me sentía seguro, pero ahora estoy muy parado así que digan lo que quieran.

Qué mejor ejemplo de frivolidad que Andy Warhol.

Exactamente. Y David LaChapelle le tomó su última fotografía pocos meses antes de morir, en la que aparece con varios libros encima de su cabeza. Y uno de los libros ubicados en los extremos es la Biblia, revelando un aspecto que pocos sabían, que es que mientras Andy Warhol vivió en Nueva York, nunca dejó de ir los domingos a la iglesia.

¿Quedaste sorprendido cuando te enteraste que LaChapelle se había contactado con la fundación para traer sus trabajos a Sudamérica?  

Entre más viajamos, más contactos tenemos y más podemos meternos dentro del circuito internacional, el que al final del día es súper chico. Entonces, conoces a cuatro personas, te haces de cuatro amigos y puedes conocer a todo el mundo. Es igual que en Santiago, pero es otro tipo de juego. Con el nivel que ya tenemos en la fundación, llegar a Damien Hirst no es tan lejano.

¿Damien Hirst puede ser la próxima exposición?

No sé lo que pueda ser la tercera incursión, dudo que sea Hirst en todo caso, o sea, por un tema de presupuesto montar a Hirst es una lo-cu-ra.

¿Cómo fue que la gente de LaChapelle se enteró de la existencia de la Fundación y los contactó?

Cuando cumplí 30 años estaba buscando a alguien que me hiciera un retrato, entonces lo contactamos entre varios artistas más, pero el precio era de locos. En la oficina de David anotaron mi nombre, entonces cuando ellos tomaron la decisión de venir nos ubicaron porque sabían que tenía una fundación.

La gestión cultural es un caballo difícil de domar. ¿Crees tener habilidades?

Me gusta y me estresa al mismo tiempo. Como ha pasado tanto tiempo desde el MAC, en mi cabeza me gustaba más de lo que en realidad me gusta hacerlo hoy. Lo digo seguramente porque estoy ad portas de estrenar. Me acuerdo que cuando terminamos el montaje de mi colección, el día de la inauguración a mi curadora la quedé mirando y le dije: «ok ¿qué hacemos ahora?». O sea, como que también hay un interés. Coleccionar encuentro que es un tema muy básico. ¿Cuántos cuadros puedo tener? ¿Cuántas esculturas puedo llevar a mi casa? Me parece que al final es un poco egoísta. Me encanta tener cosas, no lo niego en absoluto, pero qué más. ¿Cuántas obras monumentales que no caben literalmente en ninguna parte uno necesita? Entonces, prefiero hacer cosas que fomentan algo y dan un poco de cultura a la gente con la misma plata que podría estar comprando, sobre todo cuando el mercado no está para comprar. El mundo del arte desde que empecé a la actualidad está enfermo de la cabeza. Hay fondos de inversión que están tratando de comprar a precios sin sentido, el arte siempre ha sido un tema con mucho romanticismo y eso se ha perdido bastante. Entonces, prefiero gestionar que me entretiene mucho más y lo paso mucho mejor. Además, hacemos que la fundación esté activa.

¿Se nota que este tema te llena?

Es total, me resulta más satisfactorio hacer una exposición que otras cosas. Siento que hay tan poco para ver en Chile, por eso estamos haciendo esta asociación con la UCLA en la que entregamos becas para estudiantes de último año de historia del arte y también a estudiantes del doctorado de historia del arte provenientes de UCLA para que puedan estudiar en profundidad cualquier área de la historia del arte de Chile. Los estudiantes de último año de doctorado darán una charla gratuita al público basada en las conclusiones de su estudio en Santiago una vez terminados sus 3 ó 4 meses de residencia. Creo que se pueden hacer muchas cosas por Chile, hay que ser creativo.

Claro que se pueden hacer muchas cosas. Pero ¿crees que la cultura sea una prioridad país?

Si miras cualquier país que tiene muy buen arte es porque ha tenido muy buenos coleccionistas. En Chile no existen los grandes coleccionistas, lo que hay son coleccionistas clásicos con muy buenos cuadros que son totalmente privados. No tenemos embajadores chilenos que salgan al mundo para que se conozca Chile, para que la gente le interese venir al país. Y ahora, por alguna razón, estamos mega de moda. O sea una vez al mes sale un reportaje de estilo, arte, comida, lo que sea en algún diario internacional.

El Moma hizo un ciclo de arte para sus propios curadores acerca de Chile.

Y van a venir a finales de septiembre y nosotros los vamos a recibir. Somos como una joya, si uno empieza a escarbar va a encontrar artistas buenos que nunca nadie los escuchó. Talento hay, el problema es que necesitamos a los embajadores que hablen de nuestro arte. Ocurre que estamos muy lejos, si comprar un pasaje de aquí a cualquier parte es muy caro. Es absurdo que a Paz Errázuriz recién ahora le sea reconocido su valor artístico.

¿Por qué apoyas el arte nacional?

Porque es necesario. Yo coleccionaba arte internacional y por eso creé la beca. No para coleccionar arte chileno, sino para ayudar a los artistas. En Chile hay gente muy talentosa.

 

Revise la entrevista completa a Juan Yarur en Revista Capital.

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