Nueva Zelanda es de esos países que nos llaman la atención no solo por sus paisajes y su gente, sino también por su desarrollo. Pero si hay algo de lo que poco se habla es de su comida.
Durante los últimos años, Nueva Zelanda se ha convertido en un emocionante destino para los foodies gourmet más exigentes. Mientras que la producción de comida y bebidas de calidad ha sido durante mucho tiempo el eje de la prosperidad del país y una de las fuentes de ingresos de exportación más importantes, la fusión de único, la calidad y las influencias étnicas han permitido la evolución de la identidad alimentaria Kiwi.
Tal es el éxito de la gastronomía de Nueva Zelanda, que los festivales de temporada, mercados de agricultores y ferias del país, que exhiben productos frescos y de gran sabor, son los destinos preferidos tanto por los lugareños como por los turistas.
Además de una extensa lista de restoranes, establecimientos de comida especializada y cafeterías, también han crecido las cenas privadas, organizadas para los turistas, donde se les entrega una experiencia auténtica de cocina casera. Incluso, muchos lodges, hoteles boutique y establecimientos bed and breakfast ofrecen a sus huéspedes la oportunidad de diseñar su propio menú, reuniendo ingredientes locales e invitándolos a tener una comida preparada por chefs especialmente seleccionados.
Y es que, hace menos de 30 años ‘carne y tres verduras’ era la dieta de una familia neozelandesa. Salir a comer era una experiencia limitada. Pero los tiempos han cambiado y los chefs contemporáneos del país, como Peter Gordon, han llevado los alimentos de Nueva Zelanda a un nuevo nivel mediante la creación de la cocina de fusión – la combinación de los mejores ingredientes locales con un nuevo enfoque a la cocina que está fuertemente influenciado por la cultura del Pacífico.