No sólo sus carteras son únicas. María José Jorge también es de esas mujeres que vienen en muy pocos modelos. Encantadora y extrovertida, como son los argentinos, en un santiamén nos hace un repaso de su vida: la dura enfermedad que le tocó vivir a los 13 años, la marca de carteras de cuero La Peregrina que diseña en colores y fabrica en el sur de España, en Ubrique, donde se hacen las Prada y Gucci, y su trabajo en la fundación que levantó junto a su marido: Red de Alimentos, que redistribuye comida que no se vende en supermercados y fábricas a hogares de niños y ancianos. Delicada, con sus aros de perla y pañuelos Hermès, en realidad tiene una fuerza desbordante.
“La Peregrina es mi marca de carteras. Son cien por ciento de cuero. Tienen dos características especiales. La primera es el color, a mí me gusta mucho. Nunca uso cartera negra, me gustan las naranjas, rojas, azules. Lo segundo, es que hago dos o tres por modelo, son bien únicas”.
“Me identifican los aros de perla. Rara vez me los cambio. A mi hija le quemé tanto la cabeza con el tema, que creo que no se los ha cambiado nunca. Encuentro que iluminan la cara. Si voy saliendo y no los tengo puestos, me devuelvo”.
“Me gustan los libros de miedo y suspenso. No tengo un autor favorito, pero me encantan todas estas nuevas escritoras nórdicas. De los que están acá mi favorito es Larsson”.
“Mis papás me dicen Sapo desde que nací. Parece que porque lloraba mucho, porque tengo la boca grande pero nunca para tanto. Por eso tengo figuras de sapos en toda la casa, sapos chicos, sapos grandes, en el jardín, en todas partes. Tengo con coronas, unos que hacen yoga igual que yo”.
“Me gusta el café de esta cafetera, no de las más sofisticadas. Es mi favorito, por lo menos me tomo tres al día. Cuando era chica me parecía que esta forma de hacer café era mágica”.
“Mi lugar del mundo es Punta del Este, tengo una casa allá. Este libro es de un restorán que está hace años en la playa y me encanta, la comida es buena y el ambiente también, tiene onda todo el año”.
“Trabajo en la Red de Alimentos. Mi marido partió con esto hace ocho años. Es una fundación que reúne todos los alimentos que están por vencerse o que tienen la etiqueta mala y que los supermercados y fábricas van a botar; y se redistribuyen a hogares de niños y ancianos”.
“Hago yoga acá en mi casa con un profesor. Lo practico hace cuatro o cinco años. También tengo una profesora en Punta del Este. Me relaja, con el correr del tiempo hace bien estirarse, acomodarte está bueno”.
“Este sillón que llamo Madagascar es de mis cosas favoritas. Trajimos la piel de Sudáfrica, mi marido me preguntaba si es que era necesario, y yo le dije que sí. El sillón lo hizo Luis Fernando Moro, yo quería uno súper básico pero en el que se viera el pelo”.
“La tengo desde el colegio, siempre estuvo en la cabecera de mi cama. Ahora la tiene mi hija. De chica tuve un cáncer entre los pulmones y me lo operaron a los 13 años. Así que usé peluca y todas esas cosas. Cumplí 15 con un centímetro de pelo. No es que ande con las cruces por la vida, pero esa estuvo siempre cerca”.