Desde el principio, en la ED hemos buscado celebrar el buen diseño, sobre todo si es en Chile. Durante el primer año casi todas las portadas destacaron casas en nuestro país, y no sólo en Santiago, también viajamos al sur, a la playa, a cualquier lugar donde encontráramos ese qué se yo que siempre ha identificado nuestras casas.
Revisa acá algunas de las portadas que publicamos entre 1995 y 1996.
Número 1: Santiago Chic
Este rincón de la casa de María Olivia Guzmán fue el elegido como la primera portada de ED. A partir de una seda fue el título del artículo sobre su casa, donde contó que la inspiración para el colorido de su nuevo departamento la encontró en una tela que trajo de un viaje a la India. Apenas llegó a este lugar, cambió las paredes blancas por un rojo brillante, con detalles en verde y amarillo. Toda una apuesta.
Número 2: Aires de Primavera
Con la llegada de septiembre, llegó también la primavera a ED. La portada de este mes destacó una producción bien fresca y suelta, que hicieron en Las Casas del Molino de La Compañía, en Graneros. “Nada de colores fuertes, nada de estridencias, pero sí al refinamiento de antes. Esa es nuestra propuesta a la hora de almorzar al aire libre”.
Número 4: A orillas del mar
La Casa del Caletón le pusieron sus dueños a esta casa en Zapallar, encumbrada en un acantilado y con las rocas como base. El blanco del dormitorio principal –portada de este número de noviembre– lo determinó el color de la espuma del mar, que se ve por la ventana. “Sus dueños pensaron en una casa que durara hasta la eternidad y que quien la divisara o entrara en ella, pensara que siempre estuvo ahí”, decía el reportaje. Y no podría ser más cierto. Incluso hoy, 20 años después, la casa se sigue sintiendo actual y bien vivida.
Número 7: Encanto y simplicidad
Varias casas de distintos estilos llenaron las páginas de la revista, todas con un denominador común: estaban emplazadas en el Lago Ranco. “El lago se ha convertido en el último tiempo en uno de los lugares preferidos por muchos chilenos”, decía bajo el título Al ritmo del agua. En la portada, un detalle de la casa de María Luisa Braun.
Número 12: Vivir el invierno
También fuera de Santiago, esta era la casa de Jorge Colvin. En Santa Ana de Chena, el arquitecto logró convertir una vieja y descuidada construcción inserta en un bosque de eucaliptos, en su propia casa. Todo gracias a su devoción recicladora y un ojo único. Su amiga, la destacada artista Roser Bru, describió el lugar como “un espacio hecho de a poco. De acumulación de vida”.