Arquitectura y Diseño

Universidad Austral en Valdivia: Mitad industrial mitad natural

Entre la vegetación silvestre y los antiguos galpones de lata al borde del Calle Calle, en Valdivia, el arquitecto Felipe Assadi y su equipo levantaron la Facultad de Economía de la Universidad Austral. De noche, el espectacular reflejo del edificio en el río es solo una de las tantas características que lo distinguen; a medida que pasan las horas del día pasa de ser opaco a prácticamente transparente.

En medio de los terrenos pantanosos de la Isla Teja, en Valdivia, y al borde del río Calle Calle, donde reposan un montón de antiguas fábricas metalúrgicas y constructoras de embarcaciones, se levanta la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Austral. La construcción moderna encaja con el paisaje mitad industrial, mitad natural en el que se encuentra y es obra del arquitecto Felipe Assadi.

Con una carrera de más de 15 años, no es el primer edificio de este tipo que hace. También es el autor del colegio Verbo Divino de Chicureo y el Hotel Awasi de la Patagonia.

Assadi participó en el concurso al cual convocó la universidad, que contemplaba entre sus requisitos respetar un haya de más de 100 años que estaba en este terreno con forma de “s”. Por eso proyectó un edificio de 3 mil metros cuadrados que esquivaba este viejo gigante. Lo irónico es que, justo al terminar la construcción y en medio de un temporal, un rayo botó el árbol. “Nos quedó un hoyo, porque no te miento que el árbol debe haber tenido unos cuarenta metros de diámetro. Era increíble, y todo este edificio estaba hecho para él. Ahora pusieron otro, pero es chico. El día que crezca al tamaño que tiene que tener, capaz que se nos oxide el edifico de verdad”, se ríe Felipe.

Otra característica del edificio es su horizontalidad, respetando el skyline de la ciudad. En Valdivia, el edificio se conoce como “la casa de lata”. Para proyectarlo Assadi tomó dos imágenes como referencia. La primera, los antiguos galpones de lata a la orilla del río; la segunda, las típicas construcciones del sur con tejuelas de alerce que con el paso del tiempo y gracias al sol tienden a platinarse. Despegada de la fachada real está una segunda fachada de aluzinc con diferentes tonos de gris, además de microperforaciones desiguales que generaron más tonos de gris, transparencia y un desorden aparente; si bien el edificio es estructural por dentro, por fuera pareciera que las ventanas están puestas en cualquier parte. Con estas perforaciones el juego con la luz es casi un espectáculo. De día, es un edificio opaco, pero de noche se hace transparente. Assadi desarrolló esta técnica cuando hizo el montaje para la Bienal de Arquitectura de Santiago el 2008. Fue un descubrimiento, nunca había visto algo parecido.

En el interior, si bien todas las salas y oficinas son más o menos parecidas, segmentaron los espacios de tal manera que generaron diversidad de vistas hacia la vegetación que rodea la facultad. El edificio, de plantas libres, además se construyó pensando en las necesidades de una universidad entendiendo que los planes de estudio cambian, por eso la construcción tiene cierta ductilidad, se pueden hacer cambios.

A Felipe, lo que más le gusta del resultado es que al verlo del otro lado del río –como usuario y no como arquitecto–, pareciera que siempre ha estado ahí. “Tiene un reflejo en el río que me encanta, lo encuentro alucinante”, agrega. También destaca que la gran gracia de esta obra es su apropiación del contexto en el que se encuentra, que “no es respeto por el entorno ni esas cosas que a la gente le gusta hablar, es solamente que calza muy bien con un contexto formal… Valdivia es una ciudad muy linda y tiene un río muy lindo, pero es una ciudad industrial, ahí se fabricaban botes. Y uno no puede decir que no, uno no puede ponerse a tratar de hacer casas bonitas en la orilla porque con lo que te vas a encontrar son máquinas y galpones de máquinas”, sentencia.

  • Una de las cosas que más le gusta al arquitecto es que pareciera que el edificio siempre estuvo ahí. En Valdivia le dicen "la casa de lata".

  • Por fuera pareciera que las ventanas no siguen un orden estructural. Este efecto se logro gracias a la segunda fachada que tiene el edificio.

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