Editorial
Poco caso le hacen al papa francisco en el Vaticano cuando pide más austeridad. La familia Gammarelli, que durante siglos se ha encargado de hacer las más finas ropas clericales, ha dicho que se mantiene igual la demanda de delicados calcetines de hilo, lujosos encajes y birretas (gorros rojos), a pesar de que el mismo Papa se ha negado a usar esta vestimenta. La revista Esquire lo nombró el hombre mejor vestido del 2013, porque su sencillez apuntaba a una nueva era. En medio de un mundo cada vez más materialista, su postura, completamente auténtica y consecuente, es como una bocanada de aire fresco.
La austeridad nunca ha dejado de ser una virtud, pero, como todo, debe ser de verdad. En esta edición dedicada a los hombres, que este mes celebran su día, pensaba en cosas que los caracterizaran a ellos. En general, son más gozadores, menos culposos que las mujeres, buenos para darse gustos caros, pero curiosamente en nuestro país también están muy preocupados de la “austeridad”, entre comillas eso sí. La cosa tiene que parecer austera, sobria, sin mucho adorno, aunque realmente no lo sea. ¿Por qué? Siempre se dice que el chileno tiene que salir de su país para mostrar y usar lo que tiene porque aquí es mal visto, muy distinto al argentino, por ejemplo. Existe toda una estética de la austeridad, que originalmente viene de los conventos y monasterios, un look monacal, que no conoce exceso alguno, colores neutros, muebles clásicos y heredados; bien hecho eso sí y que ojalá parezca de toda la vida, pero medido, que nadie vaya a pensar que tiraron la casa por la ventana…
No tiene nada de malo gozar lo que se tiene, compartirlo y disfrutarlo con ganas, no tiene que ver con la ostentación ni con el mal gusto. Tampoco tiene nada de malo la austeridad ni su estética. Por el contrario, hay ejemplos notables de decoración monacal, incluso hoteles, restoranes, castillos… Hay gente a la que realmente no le interesan las cosas materiales, ni la decoración, ni la moda; encuentran un cacho tener que mantener muchas cosas y prefieren andar bien livianos por la vida, el problema está en disfrazar de austero lo que no lo es, porque al menos en las casas se cae en un estilo uniforme, fome, sin mayor identidad ni gusto a nada. Es triste, la falsa austeridad tiene tan poca vida como una flor plástica.
Pero obviamente no todos los hombres son iguales, ni mucho menos. También es un hecho que cada vez les interesa más la decoración, y tienen una sensibilidad especial para ella. Lo masculino es justamente lo que se usa hoy en el mundo entero. En este número le mostramos las casas de hombres fieles a su estilo, que no tienen miedo a decorar y a disfrutar lo que tienen.
La edición de junio también viene con una sorpresa: este mes tendremos nuestro primer Bazar de invierno, y en estas páginas podrá conocer los casi cien expositores que participarán en ella. El mismo exitoso Bazar que realizamos hace diez años a comienzos del verano en el Parque Bicentenario, lo tendremos desde el 18 al 21 de junio. Todo estará encarpado para que no pase frío, con las mejores tiendas de decoración y moda seleccionadas por la revista, y todo pensado para celebrar a los hombres en el Día del Padre. ¡Ese fin de semana olvídese de la austeridad! Nos vemos en nuestro Bazar ED.
Magdalena Bock, Directora
magdalenabock@ed.cl